Nos reunimos en Vimianzo un grupo de sacerdotes, compañeros y amigos de D. Andrés, para rezar en su aniversario como es costumbre
entre los fieles.
Presidió la celebración el párroco D. Daniel Turnes y le
ayudaba un primo de D. Andrés, también
sacerdote: D. José Fermín Bello Arjomil.
La iglesia estaba adornada de flores blancas.
Estaban bien a
la vista varias imágenes de la Virgen pero en lugar destacado nuestra Señora
del Rosario. No en vano estamos en el mes del Rosario. Esta imagen tenía un rosario en cada mano, como insistiéndonos en rezarlo, pues en ello
nos va mucho.
Estaba en un altar
del presbiterio las imágenes de S. Juan
Pablo II y el Beato Carmelo Juan, éste con sotana y bonete y la palma del
martirio; es hijo de Vimianzo y fue mártir salesiano en el 1936. No me extraña
que lo tengan en primer plano.
El párroco dijo que D. Andrés rezó y enseñó
a rezar, que su vida no era suya , la había entregado a Dios y a Él dedicó todo
su ser y saber.
No cabe duda que D. Andrés fue un sacerdote de gran corazón,
incluso apasionado en todas sus cosas y que llegó hasta el final en su misión sacerdotal. Los peregrinos triunfan, si llegan a la meta.
Allí estaban sus numerosos
sobrinos que guardarán este hermoso recuerdo. Y para todos es un ejemplo para intentar llegar al final, siendo fieles hasta el último
instante
No hay comentarios:
Publicar un comentario