
Tenía que vivir prácticamente de la Divina Providencia que
mueve los corazones.
Como los comercios estaban cerrados y las instituciones
caritativas funcionaban con limitaciones, no podía mudarse su ropa. Podía
ducharse pero no podía hacer el recambio
de ropa.
Un señora se enteró y no dudó en coger ropa de su casa para
darle: pantalón, camisa elegante y otras prendas. Le bastó enterarse y ya se
dispuso a buscar y hacer esta obra buena.
Grande fue la alegría del andaluz al ver esta generosidad y
él también se dispuso a ayudar en lo que se le pedía.
Otro vecino le ofreció una
cena caliente que fue de su gusto y que a todo el mundo le complace: unos
huevos fritos con patatas fritas. Tanto le gustó que incluso le sacó una foto
para enviársela a su familia. Para él fue un banquete.
Estos detalles nos ayudan a creer en la bondad de las
personas y en Alguien que está detrás de todo y nos cuida , a través de los
demás, pues Él es especialista en mover los corazones para el bien.
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