Un joven andaluz, afincado en Santiago desde hace tiempo, se
encontró que la pandemia le mantenía aislado y con algunas carencias como por
ejemplo de recambio de ropa que echaba
mucho de menos.
Tenía que vivir prácticamente de la Divina Providencia que
mueve los corazones.
Como los comercios estaban cerrados y las instituciones
caritativas funcionaban con limitaciones, no podía mudarse su ropa. Podía
ducharse pero no podía hacer el recambio
de ropa.
Un señora se enteró y no dudó en coger ropa de su casa para
darle: pantalón, camisa elegante y otras prendas. Le bastó enterarse y ya se
dispuso a buscar y hacer esta obra buena.
Grande fue la alegría del andaluz al ver esta generosidad y
él también se dispuso a ayudar en lo que se le pedía.
Otro vecino le ofreció una
cena caliente que fue de su gusto y que a todo el mundo le complace: unos
huevos fritos con patatas fritas. Tanto le gustó que incluso le sacó una foto
para enviársela a su familia. Para él fue un banquete.
Estos detalles nos ayudan a creer en la bondad de las
personas y en Alguien que está detrás de todo y nos cuida , a través de los
demás, pues Él es especialista en mover los corazones para el bien.
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