Faustino
Míguez, sacerdote profeso de la Orden de los Clérigos regulares Pobres de la
Madre de Dios de las Escuelas Pías (Escolapios) y fundador de la Congregación
de las Hermanas Calasancias Hijas de la Divina Pastora. Es un santo gallego.
El santo
consideraba que las niñas y mujeres son «el apóstol de la familia, la
parte más interesante de la sociedad, la portadora de la paz, y el alma de la
familia».
El Santo nació en una pequeña aldea de Orense, en
Galicia (España) en 1831. Con 16 años dejó su casa para iniciar los estudios de
latín y humanidades en el Santuario de Nuestra Señora de los Milagros, en
Orense, para ser sacerdote.
Allí sintió
la llamada de Dios a ser sacerdote y maestro según el espíritu de San José de
Calasanz.
Ingresó el
en noviciado de las Escuelas Pías de San Fernando en Madrid en 1850 y tomó el
hábito escolapio ese mismo año con el nombre de Faustino de la Encarnación.
Fue ordenado
sacerdote en 1856, con 25 años, en la parroquia de San Marcos de Madrid. Su
primer destino fue Cuba ya que la presencia de los Escolapios en la isla era
necesaria para la formación de los futuros maestros.
Dedicó casi 50
años a la educación en colegios de España y de Cuba donde enseñó latín,
historia, geometría, álgebra entre otras muchas materias, pero destacó especialmente
como profesor de ciencias naturales.
En 1879 es
enviado a Sanlúcar de Barrameda, Cádiz (España) en donde el P. Faustino descubrió
la necesidad de escolarizar a las niñas como años antes le había ocurrido a
San José de Calasanz con los niños de las calles de Roma.
Ante esta
situación e impulsado por el espíritu decide fundar la Congregación de Hijas
de la Divina Pastora que tienen el fin de «formar el corazón e ilustrar la
inteligencia de las mujeres para hacerlo culto y civilizado según el espíritu
de Jesucristo a fin de que sea un día el alma de la familia y la salvación de
la sociedad».
Una
congregación dedicada a la educación integral de la infancia y juventud y a la
promoción de la mujer que actualmente están presentes en España, India, Chile,
Argentina, Uruguay, Colombia, Nicaragua, Ecuador, Guinea Ecuatorial y Camerún.
Ocurrió ya hace años lo que voy a contar pero lo tengo muy presente como si pasara hace
poco. Estando yo en la sacristía de una iglesia, una persona se me acercó toda
preocupada para que le bendijera la casa cuanto antes. Hablamos un poco, pues
quería saber el motivo de tanta urgencia, y me dijo que llevaban más de un mes conun ruido a las 5 y 20 de la mañana en la
ventana como si una mano invisible la moviera confuerza. Habían llamado a un familiar para que
durmiera en casa ya ver si también oía
o era cosa de los de casay así fue, se
oía el ruido a la misma hora. Pusieron un vigilante fuera para ver si alguien
pasaba y hacía algo en la ventana, pero
a nadie se vio.
Con estos datos fui a bendecir la casa armado del ritual de
bendiciones, la estola y desde luego el agua bendita que yo mismo bendije para
asegurarme.
Les dije que sería bueno se confesaran y comulgaran pues Dios oye a
los amigos de un modo especial y les advertí que yo iba a hacer la oración
oficial de la Iglesia que Dios seguramente escucharía. Era una peticiónque esperábamosfuera atendida. Bendije la casa y eché mucha
agua por todas las habitaciones en especial por la ventanade los ruidos.
Al día siguiente la señora vino a la iglesia confesó y
comulgó y se marchó. Al otro día volvió a la Misa y se marchó, pero al tercer
día ya no esperé más y me acerqué para
preguntar como iba lo de los ruidos. Me confirmó que habían desparecido
totalmente y estaban muy contentos. Se corrió la voz por todo el pueblo de lo
que habíamos hecho en aquella casa y luego fueron bastantes los que me llamaron
para que bendijera sus casas.
En otro lugar, estando de párroco, ocurrió quehabía un gran malestar entre los vecinos, disputas,riñas, maledicencias etc. que iba en aumento.
No viendo remedio a la situación y sintiéndomesin fuerzas, se me ocurrió la
idea de bendecir a todo el pueblo con agua bendita. Aproveché un día de lluvia
intensa, un momento en que arreciaba más, cogí el ritual de bendiciones, me
puse la estola, salí a la puerta de la iglesia y recé la bendición del agua con
la intención de bendecir el agua que caía en aquel momento en toda la parroquia. Después
me recogí en oración junto al Sagrario.
Comprobé muy pronto
que todo aquel embrollo había pasado,como cuando se echa un azucarillo en el café y se disuelve en pocos
segundos. Maravillas del agua bendita – y de la oración -que por algo la Iglesia la tiene en la
entrada de todos los templos de la cristiandad, como defensa contra las
asechanzas e insidias del maligno y la usa en tantas otras ocasiones como son
por ejemplo las diversas bendiciones.
Desde mi casa, casa sacerdotal, hasta la iglesia, tengo tiempo de rezar tres misterios del
rosario si voy a pié, pero casi nunca lo consigo, pues encuentro a conocidos
que no sólo saludan sino que quieren hablar.
Hoy, a mitad de
camino, me encontré con un Señorya mayor,
de barbas y muy conversador. Hace todos los días el mismo recorrido y casi
siempre nos encontramos a la misma altura de la calle. Esta vez le pregunté qué
iba a hacer en esa mañana, y me dijo que al llegar a casa iría a la compra,
mientras la “niña” iba a Misa a la Corticela. La niña es su mujer, a quien cuida con gran esmero y cariño, después de muchos años de matrimonio. Se ve
que está enamorado.
Después encontré a un señor que es de Reus. Bueno en realidad
es de Murcia pero estuvo su juventud en Reus. Venía de la compra y como otras
veces me habló de sus muchos achaques.
Ahí se cumple que cada uno habla de lo
que le duele. Lo hace con gestos y, si hace falta, saca papeles. Me contó que,
como había hecho deporte en su juventud, eso le ha valido mucho para resistir sus
varias enfermedades.
Luego encontré un matrimonio mayor que los veo pasar todos
los días.El va un poco adelantado a su mujer como un metro
o metro y medio. Se lo comenté y me dijo que iba delante tirando de ella, algo así
a como hacen los ciclistas, que el que va delante tira de los otros.
Ya, por último, me encontré con un chico que paseaba a su
perro. Le pregunté el nombre del perro y me dijo que se llama Klei, como Casius
Klei, y tiene 10 años, pero anda con mucho garbo.
Me comentó, ese chico, la muerte
de una persona que era muy conocida en el barrio y que le ha
bía dejado
impresionado. A lo mejor, Dios le tocó
con esa muerte repentina y fue una gracia paraél.
Es verdad que la parroquia es una familia y nos interesamos por todo lo que preocupa a los vecinos. El otro, importa.
Me envió un amigo una pequeñareseña de S. Jerónimo, que es patrono mundial
de la juventud desamparada y de los
huérfanos. Fueun gran apóstol de la Madre
de Dios.
Lo que me llamó la
atención de este envío fue la
jaculatoria que repetía el Santo: Ayúdame Señor y seré tuyo.
Esta jaculatoria la
repetí este día y a veces, pues que hay
que ser creativos, le daba un toque personal,
como p.e. si me ayudas, seré todo tuyo. O también con otra variante: Señor, ayúdame y seré todo tuyo.
Creo que también esta breve oración se podía usar en el propio
matrimonio, uno debería decirle al
compañero: si meayudas seré todo tuyo, o,
ayúdame y seré tuyo.
El poder del hombre sobre
la realidad no alcanza para cambiarla tan radicalmente: por más que yo
quiera que mi gato ladre y juegue con huesos no lo hará aunque trate de
enseñárselo y lo llame «Boby».
Gastón Escudero Poblete es el autor. El artículo es resumido.
La
ideología de género, sostiene que la identidad sexual no guarda
relación con el cuerpo sino que es definida por cada individuo
arbitrariamente.
Sin embargo, el poder del
hombre sobre la realidad no alcanza para cambiarla tan radicalmente: por
más que yo quiera que mi gato ladre y juegue con huesos no lo hará
aunque trate de enseñárselo y lo llame «Boby». Esto fue lo que el Arzobispo de Santiago, Monseñor Ricardo Ezzatti, quiso explicar al decir hace algunos días: «…
más allá del nominalismo hay que ir a la realidad de las cosas.
No
porque a un gato le pongo nombre de perro comienza a ser perro»,
dijo ante la pregunta de un periodista sobre la posibilidad de que los
menores de 14 años cambien el sexo de su inscripción en el Registro
Civil. Pudo haber elegido otro ejemplo: manzana con pera, árbol con
piedra, mesa con silla, negro con blanco, luz con oscuridad… En
cualquier caso, toda persona bien intencionada entiende que el ejemplo
no es lo importante y que es sólo un recurso pedagógico para explicar
una idea. Y venía al caso, porque si tratar al gato como si fuera un
perro puede acarrear serias consecuencias para el animal, cuánto más si
un hombre es tratado como mujer o viceversa, como lo demuestran los
testimonios y hasta suicidios de no pocas personas «trans» arrepentidas.
Pero los tiempos que corren no
se caracterizan por la buena intención, y se armó el escándalo y
llovieron las críticas porque el Arzobispo habría puesto a las personas «trans»
al nivel de los perros y gatos (a propósito: me extraña que los
animalistas no hayan reclamado contra los críticos de Monseñor Ezzatti
por estimar que perros y gatos valen menos que las personas).
Hay que
ser muy perro para extraer esa interpretación de las declaraciones de
Monseñor, porque está claro que no dijo ni quiso decir eso; él no usó el
ejemplo para referirse a personas sino para explicar qué es el
nominalismo, y punto. Por lo mismo, Monseñor no debió haberse
disculpado; bastaba con que dijera que dijo lo que dijo y no lo que
dicen que dijo y, de paso, hubiera aprovechado la oportunidad para
asistir a cuanto programa lo invitaran para hablar sobre el tema de
fondo, que es lo importante.
«Tiene razón en el fondo, pero cometió el error de haber dicho algo que previsiblemente iba a ser tergiversado»
me han dicho varios. No estoy de acuerdo. No importa la forma que
utilice cualquier persona con sentido común para advertir sobre los
riesgos de cualquier postulado ideológico, pues los adherentes a las
ideologías no aceptan que se discutan sus postulados contrastándolos con
la realidad ya que ello equivaldría a asumir la posibilidad de que su «re-creación» del mundo pueda estar equivocada.
¿Qué hacer entonces? Primero,
decir las cosas como son aunque algunos se pongan colorados; con
respeto, cuidando la forma para no herir sensibilidades
innecesariamente, pero decirlas. Los progresistas han ganado terreno no
porque digan cosas inteligentes sino porque apelan a las emociones y
pocos se atreven a enfrentarlos, pero si los enfrentamos con argumentos
de sentido común mucha gente nos dirá: «qué bueno que lo diga, ya estaba empezando a creer que estoy loco». Segundo, después de decirlas habrá que «poner el pecho a las balas»
para soportar críticas, insultos y hasta agresiones físicas. Tercero,
no pedir disculpas, porque no cabe disculparse por manifestar lo que se
piensa si se hace honestamente.
«¿No será mejor ser flexibles y adecuarnos a la modernidad? De lo contrario nos vamos a quedar sin gente»,
he oído por ahí; de hecho, no han faltado católicos, incluso algún
cura, quienes públicamente –y cobardemente– se han subido al carro y han
rasgado vestiduras contra Monseñor.
Reconozco que el argumento tiene
cierta lógica y «parece» atendible, pero debemos rechazarlo.
Hace 50 años Monseñor Fulton Sheen alertó contra esta tentación, que
viene a ser una versión sutil de la tercera tentación que enfrentó Jesús
antes de iniciar su vida pública: «Te daré todos los reinos del mundo y su gloria si me adoras»,
esto es, para que la Iglesia sea aceptada y estimada por el mundo debe
dejar a un lado la verdad y adecuarse a las ideologías, al afán humano
por recrear el mundo.
Jesús la enfrentó no sólo al inicio sino durante
Su misión: cuántas veces recibió críticas por haber herido
sensibilidades. En cierta ocasión hizo un reproche a los fariseos y,
como el reproche era aplicable también a los doctores de la ley, uno de
estos le reclamó, lo que aprovechó Jesús para fustigarlos: «¡Ay también de vosotros…!».
Enfrentemos las cosas como son:
o estamos con Él o estamos con el mundo y contra Él. Si los cristianos
que nos antecedieron se hubiesen adecuado al mundo, hace rato que se
habría roto la cadena de la transmisión de la Fe. Somos descendientes de
mártires y santos y tenemos el deber de transmitir a la generación
siguiente la Fe verdadera, la que cree en la Verdad. Por lo tanto habrá
que decir que dos más dos es cuatro, que el perro es perro, y que el
gato es gato.