Había en una casa
limpia y muy bien ordenada, un hermoso pocillo, de lujo. Elegante adornado
de flores y de la mejor porcelana de
Italia. La cucharilla de oro y un platillo haciendo juego. Una belleza.
Este pocillo fue comprado con amor y usado en las
solemnidades y fiestas. Era la admiración de la mesa y traía muchos y
agradables recuerdos.
Pasó así bastantes años con esos amos, pero como se hicieron
mayores decidieron regalarlo a un buen
amigo para que lo cuidara y lo disfrutara.
Era un bonito recuerdo de amigos.
Ese nuevo amo, lo miró, le gustó y lo coloco en un sitio
preferente y visible. El pocillo estaba triste, pero se fue alegrando poco a
poco en su nueva vida. Seguramente, pensaba él, con pensamientos de porcelana y rosas, que le esperaban
grandes aventuras y las caricias
de nuevos amigos.
Un buen día el amo se decidió a usarlo, era un sábado y ya
pensando en el domingo creyó que era el momento de saborear un buen café de
Colombia y unas galletitas, pues la bandeja tenía esa posibilidad de poder
llevar pocillo y galletas.
El amo lo cogió, sin prisas, para llevarlo a la cocina y ponerle el rico
café. El se puso contento, iba a ser util de nuevo y miró de reojo a los otros
pocillos. Todo iba bien pero, ¡ay!, Al
entrar en la cocina se enganchó la camisa del amo en la puerta, tuvo que parar de pronto y, en estas, el pocillo
saltó por los aires cayendo al duro suelo. Se produjo un ruido fino casi musical
de buena porcelana y se deshizo en mil pedazos ante el asombro del amo.
El amo le miró triste, se reprochó el poco cuidado o la mala suerte y dijo unas
palabrotas contra sí mismo, que no es cosa de reproducir. Luego se puso a recoger
los trocitos, casi todos pequeños, que no aseguraban nada bueno. Aquello parecía que ya no tenía remedio. Daban ganas de ir besando cada trozo y
pedirle perdón.
En un segundo momento el amo pensó que allí estaba Dios diciéndole
algo. Es como si el pocillo quisiera prestar un último servicio. En este suceso
había algo de positivo. Pensó, el amo, que aunque lleves muchos años sirviendo y seas
muy majo, no estás seguro, puede venirte algo inesperado y venirte a bajo en un momento y pasar de ser
importante a ser un desecho para la
basura. Menos mal que en el plano espiritual Dios puede recomponer lo imposible
y lucirse con un buen arreglo, pero mejor es vigilar, cuidar lo pequeño, no ponerse en peligro y
tomar precauciones porque somos todos muy valiosos y a la vez frágiles.
Los pensamientos del amo
fueron también a otras situaciones que se dan tantas veces, quizá demasiadas.
Pensó en familias conocidas, buena
gente, de cualidades envidiables que por lo que sea, se dejan, se divorcian, se casan de nuevo a veces con
otros divorciados y la familia se vuelve añicos por todos los lados. Todavía queda
algún aspecto de la antigua hermosura pero…pero…
¿Quién lo recompondrá?. Yo no lo sé, pero estoy seguro de
que Dios lo sabe y que tiene algún plan B, viable y, tal vez algún día, aquello tenga algún amaño. Parece imposible,
pero para Dios no hay nada imposible.
El pocillo no fue a la basura; quizá algún manitas pueda echarle una mano y
que quede al menos en pie y como recuerdo. Gracias pocillo, que me has dado tantas enseñanzas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario