el traductor. |
Este lunes tuve la última vigilia para peregrinos, por este
año. Fue como siempre en la Catedral y en mi caso en la capilla de la Virgen del Pilar. Se suele hacer al término de la misa de las 19,30 cuando ya todos salen.
En esta ocasión vinieron unos 8 peregrinos de Canadá, un
mexicano, dos colombianas y una portuguesa residente en Braga.
El joven mexicano tradujo al inglés las explicaciones y la oración, para los de Canadá. Me pareció un traductor
ágil y preciso.
Después de varias explicaciones sobe la Virgen del Pilar y
los santos dominicos del retablo (Santo Domingo de Guzmán y Santo Tomás),
rezamos un salmo y pasamos a los testimonios y experiencias.
De Santo Tomás, entre otras cosas, se les contó la pregunta que le hizo su
hermana Teodora: ¿Qué tengo que hacer
para ser santa?. Santo Tomás le contestó con una palabra: quererlo. Esto se completó con una frase de San Josémaría Escrivá: ¿Quieres de verdad ser santo?: Si quieres
ser santo, haz lo que debes y está en lo que haces.
Se encargó de animar a dar estos testimonios una colaboradora
llamada Carmen que tiene mucha experiencia.
Las colombianas venían a pie desde Sarria dijeron que habían
encontrado dificultades, pero, dijeron, que eso les enseñó que las dificultades
se pueden superar si se tiene clara la meta. También hicieron notar la
solidaridad de la gente para aquellos que
lo necesitaban. Agradecieron la ayuda y las atenciones de los otros peregrinos
e hicieron notar como todos se sentían
hermanos sin distinción de lenguas y naciones. Esa hermandad fue fantástica.
La joven de la ciudad
de Braga estaba triste y nos emocionó a todos pues nos contó que venía a pedir
un milagro para su hija de unos 27 años que lleva varios años luchando con un cáncer
y ahora se encuentra muy mal. Nos enseñó la foto de esta hija
y de su hermana.
los canadienses. |
Cuando hizo la petición ante la urna de Santiago en
la cripta, se echó a llorar pidiendo por
su hija. Todos trataron de consolarla y
se unieron a su petición.
También se pidió por España
y por Colombia que están en una situación delicada.
En la misma cripta recibieron la bendición y la despedida. Quedaron contentos
y agradecidos.
Una persona de la catedral se me acercó con una carta para
la catedral, y como el único sacerdote que estaba por allí era yo me la dio a mí.
Era una carta con dos fotos de una familia. Escribía el marido mostrando al Apóstol sus heridas. Pido
encontrar mi paz y mi serenidad para mí y para mis hijos, encontrar el camino
justo con su mujer (pone el nombre) y ver de hallar una solución justa…y
termina diciendo: Gracias, gracias , gracias.
Estas cartas suelen ponerse en la cripta y el último sábado
de mes se le presentan a Dios en la Misa.
Luego se destruyen.
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