En una ocasión fui al hospital a ver un amigo sacerdote. Estaba
francamente mal. Su habitación era una celda entre otras que tenía corridas las
cortinas y estaba en un aislamiento visual.
Cuando le vi, me
recibió con agrado y me dijo “estoy en el último departamento”. Entendí
perfectamente lo que me quería decir. Hablamos y pudo confesarse, recibir la
comunión y la unción de enfermos y la bendición papal, con indulgencia plenaria. Como dicen en esta
tierra, quedaba despachado, o como decía una anciana catequista, ya tenía el pasaporte
para ese gran viaje. No habrá problemas,
en la entrada, para pasar.
A los días volví a verle y estaba allí una enfermera que me dijo
que le quedaba poco. Ya casi no hablaba, le di de nuevo la absolución y pedí agua bendita, pues el demonio puede aprovechar
la última batalla y el agua bendita le espanta. Np había agua bendita y
entonces pedí un vaso de agua, lo bendije y esparcí agua
bendita en la cama y la habitación. Luego, al poco rato fallecía delante de mí.
Pensé en ese momento,
que ahora sí, entraba en el último departamento. Nada menos que en la
casa del Padre. La estancia preparada por Dios. Comenzaba a cumplirse el
objetivo primario de toda su vida. Entraba en el Amor profundo y perfecto. Un amor bilateral que se da y se
recibe. Este amor es la finalidad por la que venimos al mundo.
Los demás bienes como son la salud, el amor humano, el
trabajo, deporte etc . , deben considerarse como instrumentos para obtener el fin
primario. Si ayudan a conseguirlo, bien. Si no ayudan, ya no nos importan.
Pero puede ocurrir que el objetivo primario pase a segundo
plano y en cambio esos otros bienes terrenales sean objetivo primario (Ídolos),
provocando la insatisfacción del yo profundo.
En este caminar hacia
la última morada, se nos hace a todos como compañero de viaje el dolor, el sufrimiento.
Por tanto una pregunta:¿qué ocurre cuando llega la
tribulación?
1º. El sufrimiento cae sobre buenos y malos (por tanto no es
un castigo), y estimula a los buenos hacia el progreso, y sacude a los malos
para que se conviertan. Se trata de un castigo medicinal cuyo objetivo no es la
venganza sino la curación.
2º a los creyentes tibios debiera ayudarles el sufrimiento a
poner su esperanza en lo importante y no dar tanto valor a lo que se va a dejar
y es secundario.
3º la gente de fe profunda cuando llega la calamidad, la
transforma en colaboración con la Pasión de Cristo para salvar al mundo. No pierden
la paz interior y se confían a los planes de Dios que los guía.
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