Estando con un amigo, me hizo una pregunta sobre la pandemia y el comportamiento de la gente. La pregunta era si creía que iban para mejor o seguían igual o peor.
Luego esa pregunta se la hice a otras personas para tomarle el pulso a esta cuestión. Las respuestas tuvieron de todo, aunque muchos se inclinaron a decir que hubo en concreto cristianos, ya responsables que trataron de mejorar en aspectos de su vida, como por ejemplo en la preocupación por los demás, pero bastantes hombres corrientes, en cambio, fueron incluso a peor.
El castigo o la corrección o como quiera llamársele no les llevó a la conversión a pesar de las voces de los profetas que animaban a volver a Dios, a su misericordia.
Quizá no se cogió el camino adecuado pues no bastan las buenas intenciones o las fuerzas propias, hay que acudir a Jesús que está vivo en la Eucaristía, en el sagrario de nuestras iglesias. El Cristo de nuestros sagrarios sigue resucitando almas. Lejos de Él, no hay nada que hacer.
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