Es una buena costumbre, muy extendida, de hacer romerías a los santuarios de la Virgen durante el mes de María, que es mayo. Octubre es mes del rosario en la piedad popular.
El Papa Juan Pablo II decía que los santuarios marianos son como clínicas del espíritu, supongo yo que los pequeños serán como ambulatorios que nos ponen en marcha o, si hace falta, nos orientan hacía una buena clínica.
Las romerías no tienen porque ser multitudinarias. Las hay y muchas pero también son muy eficaces las romerías de dos personas o de una familia que se pone con humildad a los pies de la Virgen.
Este mes hay programadas en la parroquia dos romerías a la Virxe de Fonte que es una hermosa y coqueta ermita en la parroquia de S. Juan. Nuestra visita ya es una tradición de varios años. Va gente de la parroquia pero también devotos de fuera se nos unen para ir a los pies de la Virgen a la que tenemos mucho que pedir.
En la Virgen de la Fuente yo me di cuenta que María no es el agua sino la fuente. El agua es imagen del Espíritu Santo (asi aparecen el Evangelio), pero nos llega a través de María porque Dios lo quiere así.
Esto no quita que vayamos a otros santuarios de los muchos
que hay en Galicia o a los grandes de toda la vida como Lourdes o Fátima o
Loreto etc..También en la parroquia tenemos La Gracia y Guadalupe con sus novenas y sus fiestas.
Hace pocos días, fui con un sacerdote mayor y un chico joven, al santuario de la Esclavitud a pocos kilómetros de Santiago. Cuando salimos le dijo ese sacerdote mayor al chico joven que si conocía el secreto. Se quedó a la expectativa y luego le insistió, los sacerdotes tenemos un secreto para ser fieles. Y es la devoción tierna a la Virgen. Eso es lo que queremos fomentar en esta romería.
Fuimos a la Esclavitud y encontramos en el atrio varias familias con muchos niños que correteaban y jugaban de un lado para otro. Llamé a Manuel que es el sacristán y tuvo la paciencia de venir a abrirnos y pudimos estar a gusto en la gran iglesia ante la imagen de la Virgen y ante el sagrario.
El joven rezó dos de los rosarios al ir y al volver y a mí me dejó edificado por la devoción con que rezaba pues se veía que hablaba con la Virgen.
Es bueno cantarle algo a María y renovar nuestra consagración poniendo nuestra vida en sus santas manos. Ella nos escucha y nos acoge como saben hacer las madres.
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