miércoles, 6 de marzo de 2024

Santuario de Fátima: un lugar de oración

 


 


Estuve en Fátima con dos compañeros. Me apetecía hablar con  la Virgen. Contarle y escucharle, por eso no fui como turista sino fundamentalmente a rezar.

 Allí es un lugar especial en donde se pueden pasar horas delante de la Virgen. Fueron especialmente emotivas las horas de la noche.

Fui allí después de la cena  a las  9 de la noche, y estaba la plaza vacía, dos o tres persona en la capeliña y un gran silencio. Era  fácil recordar al mismo Señor que dice el Evangelio  que alguna noche la pasaba en oración o que iba a orar en algún lugar solitario.

También estuve durante el día sin prisas y allí celebramos la misa  con otros sacerdotes de lengua española. Después de dar comunión pude acariciar la columna en donde está posada la imagen de la Virgen.

A la hora de la comida encontramos una pareja de portugueses que les pregunté la impresión de estar en Fátima y me contestaron que era un  cantiño do Ceo”, un cachito de Cielo.

He visto a un hombre con su hijo de rodillas ambos,  haciendo el recorrido de la explanada hasta la capeliña. Luego vi a otro solo, todo serio, que también hacía esa penitencia. También había mujeres.  

Vinieron dos grupos, uno de mejicanos y otros de australianos que tuvieron allí la Misa en su lengua.

También en un rincón de los jardines  vi a una gitana que desde lejos me pidió limosna, pero yo pasé de largo. Pero luego,  rezando el oficio de las horas que usamos los sacerdotes,  encontré unas palabras de S. Pedro Crisólogo que me sonaron en el interior todo el día: Al dar limosna  al pobre te haces limosna a ti mismo, porque lo que dejes de dar al otro, no lo tendrás tampoco para ti.

También leí un poco la Biblia y al azar me salió la parábola de los talentos en donde dice el Señor que no es suficiente tenerlos, sino que hay que negociar. Si ves a una persona que cae,  reza, pero dale una mano.

 

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