Cuando llegué a la parroquia estaba un pobre a la puerta esperando a los que entraban
. Le miré y me dijo: "una ayuda..., si se puede". Me pareció una buena manera de pedir sin coaccionar y sin enfadarse si le dices que no puedes. Desde luego le di la ayuda.
Vi que yo también cuando me dirijo a Dios puedo decirle algo parecido, aunque sé que el Señor si puede.
A veces también le digo: si quieres, puedes.
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