domingo, 23 de noviembre de 2014

Tolkien




Tolkien Es especialmente conocido por su libro El señor de los anillos, del que se hicieron diez millones de Tolkiencopias en todo el mundo.
Yo me encontré con él gracias a una biografía hecha por Paulino Arguijo, que cuenta su vida con mucho detalle.
He aprendido de él varias cosas:
Primero,   su fidelidad a la amistad que fue para él fuente de inspiración poética y criterio en muchos casos para comprobar la importancia de sus escritos. El de por si era un  hombre cordial, de una amabilidad que,  con el paso de los años, se fue extendiendo no sólo a la familia y sus amigos, sino a cuantos de una forma u otra  se encontraba con él    , el taxista que le llevaba a casa,   el policía que vigilaba su calle o el criado del College                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                              

 Fue muy amigo de Lewis y cuando este murió sintió un gran vacío, le pareció que era como un árbol al que le iban cayendo poco a poco las hojas pero la muerte de su amigo fue como un hachazo en la raíces.
Con sus amigos era divertido si hacía falta se disfrazaba y trataba de darles alegrías en especiales ocasiones. Jamás pudo imaginar felicidad mayor, después de su familia,  que un grupo de amigos.

En segundo lugar fue fiel a la fe. Lo continuos cambios de domicilio fueron en muchas ocasiones provocados por buscar la cercanía a una iglesia católica. O por estar cerca de su mujer cuando ya se había casado y no querían estar separados. Era amigo de la misa diaria y de la confesión frecuente. Uno de sus hijos terminó siendo sacerdote y a los otros los educó  en la fe cristiana.

Le gustaba el jardín, las plantas, miraba mucho a los árboles. Era un experto jardinero que pasaba largas horas complacido removiendo la tierra para sembrar las hortalizas, podando los  árboles que trataba con una familiaridad casi franciscana y regando las rosas.


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