Es una reflexión hecha por Luis Enrique Palacios, seminarista de Ecuador que estudia en el Bidasoa de Pamplona. Estuvo en Semana Santa en S. Cayetano. Ha estado con el Papa en Guayaquil.
Ayer
los guayaquileños tuvimos la gran bendición de recibir la visita del Papa
Francisco. Fue un acontecimiento que no dejó a nadie indiferente. Toda la ciudad antes de su llegada hablaba de
él. Y el recuerdo de su presencia sigue
aun latiendo fuertemente en nuestros corazones.
Casi
un millón de fieles nos acercamos a una amplia zona en el norte de la ciudad.
Aquí pudimos compartir una celebración eucarística con el Santo Padre.
Escuchamos atentamente sus palabras y recibimos emocionados su bendición. Hubo
alegría, cantos, gritos y hasta llanto en el rostro de muchos.
Luís Enrique Palacios |
Esto
se debe a que este hombre es alguien muy especial. Jesús quiso fundar su
Iglesia y al frente de ella dejar alguien que hiciera de Cabeza. Cristo eligió
a Pedro y le pidió cuidar de todos sus hijos. Pero esta misión no murió junto
con Pedro. Sigue vive en cada uno de los
sucesores del Apóstol, sigue viva en Francisco.
El
Santo Padre es consciente que él tiene que atender al llamado del Señor y
cuidar de todos los hombres que Dios le ha confiado. Y el Papa Francisco lo
hace. Es como un buen padre que vela por nosotros con un amor infinito. Reza
cada día por las preocupaciones de todos los hombres. Y de muchas maneras
muestra su infinito cariño a quienes se acercan a él. Tiene un deseo enorme de
hacer palpable el amor de Cristo a cada hombre.
Pero sabe que la gran mayoría de sus hijos nunca tendrán la oportunidad
de estar con él. Por eso como ese padre
amoroso que es, sale constantemente al encuentro de los suyos.
Esta
vez salió al encuentro de los ecuatorianos. Y aprovechó la oportunidad de
recordar la importancia de la familia. Y como el amor debe guiar toda la vida
familiar. Su homilía estuvo cargada de mensajes esperanzadores sobre este
asunto.
Entre otros puedo apuntar:
v "En
la familia hay que arriesgarse al amor, hay que arriesgarse a amar".
v “la familia es el hospital más cercano, la
primera escuela de los niños, el grupo de referencia imprescindible para los
jóvenes, el mejor asilo para los ancianos”.
v “La
familia también forma una pequeña Iglesia,
una ‘Iglesia doméstica’ que, junto con la vida, encauza la ternura y la
misericordia divina”, y donde “la fe se mezcla con la leche materna:
experimentando el amor de los padres se siente cercano el amor de Dios”.
Nosotros
hemos podido ver al representante máximo de Cristo en la tierra. Debemos ser
muy agradecidos por este detalle inmenso de amor del Santo Padre. Y la mejor
forma de agradecer es comprometernos a partir de ahora a rezar todos los días
por él y por sus intenciones.
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