Hace pocas semanas publiqué un artículo que hacía
referencia a mis experiencias pastorales de verano en zonas rurales de mi país
Ecuador.
Aquella última vez hablé del Bautismo, de la
Penitencia y del Espíritu Santo utilizando imágenes y figuras que pretenden
poner al alcance de cualquier persona los misterios de la fe de una forma
simple y agradable.
Hoy quiero dedicar unas líneas a la Eucaristía y de
la Unción de los enfermos.
v Eucaristía.
Cuando tenía 20 años ingresé en el Seminario Mayor
para ser sacerdote. Recuerdo claramente que hice imprimir una foto muy bonita
de mi familia y la puse en un cuadro y la llevé conmigo. Cada día antes de
dormir miraba la foto, los recordaba y rezaba por cada uno de ellos. Era una
forma de “sentirlos conmigo”.
Hace tres años me pidieron venir a España para
terminar mis estudios teológicos. Lo primero que pensé es que por nada del
mundo iba a viajar sin aquella fotografía de mi familia. Hoy está conmigo, y
sigo haciendo lo mismo que cuando estaba en Guayaquil. Los miro y los siento
cerca, los siento conmigo.
Para mí esto es la Eucaristía. Cristo se ha quedado
ahí por nosotros. Y no solo para que lo “sintamos” con nosotros. Él
verdaderamente está aquí, presente, cercano. Si el mirar la fotografía familiar
causaba en mí tal sensación de cercanía, ¡Cuánto más viva es esta cercanía con
Cristo! No es solo un recuerdo, es una realidad. Él está presente, él está
conmigo. Lo puedo ver, tocar, comer, hablarle.
Por esto no debemos perder nunca la oportunidad de
ir a la Iglesia para participar de la Santa Misa o para hacer un rato de
oración frente al sagrario. Si un cuadro familiar es capaz de hacernos sentir
con las personas amadas, la Eucaristía nos hace llegar el Amor de aquel Dios
que no ha querido apartarse de nosotros ni siquiera un segundo.
v Unción
de los enfermos.
He contado ya que hace tres años llegué a España.
Para poder entrar en este país tuve que conseguir una serie de requisitos.
Entre estos, los más importantes son el Visado y el Pasaporte. Sin estos me
hubiese sido imposible pasar Migración en el aeropuerto de Madrid. Una vez que
aquel hombre de la Policía revisaba mi pasaporte y ,dentro de él, el visado
respectivo de estudiante, me dejaba pasar.
Algo parecido podemos decir que pasa con la Unción
de los enfermos. Cuando queremos viajar a la Patria Celestial debemos tener
ciertos “requisitos” para poder ingresar. Y así como yo decía que eran de gran
importancia el Pasaporte y el Visado; en este caso es importante limpiar el
alma con la Penitencia, ser consolado con la Santa Unción y recibir el Viático
como alimento necesario para el camino hacia el Cielo.
Recibiendo estos
“requisitos espirituales indispensables” podremos llegar a la “Migración del
Reino de los Cielos”. Ahí san Pedro que estará como un hombre de la Policía en
la puerta, nos dejará entrar a gozar eternamente de Dios.
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