Un peregrino comparó el camino de Santiago al matrimonio. Luego lo contó a otros peregrinos que quedaron impresionados, y lo recordaban con agrado.
Decía que en el camino, hay momentos de belleza, de grandes confidencias, de gozo, pero también hay cansancio y a veces ganas de dejarlo.
Pero, decía, que lo importante era llegar juntos a la meta. No rendirse. Seguir aunque cueste la vida.
Así, o parecido, es el matrimonio. Se entiende muy bien la comparación.
Muchas de las peticiones de los peregrinos van por ese tono de pedir por la familia, para que el mutuo amor vaya en aumento: que mi mujer me quiera decía uno, que ese amor nuestro lo aumentemos y haga ligero el camino, escribía otro.
Y otro reflexionaba diciendo que nuestro afecto se ha purificado y mejorado a través de las dificultades y de la fraternidad descubierta en tantos que iban con nosotros o encontrábamos al lado del camino.
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