Siguiendo con los recorridos callejeros de la parroquia de
San Juan, fui a Montes y Casal da Horta.
Es la falda del monte Pedroso y son lugares frondosos en
arboleda. Un bonito bosque.
Por las cercanías de la carretera vimos buenos chalets que podrían ser pazos. También
alguna casa que guarda señales de grandeza, pero está en ruinas con su historia
a cuestas.
No veíamos a nadie por los caminos, pero nos llamó la
atención un aviso escrito a mano y con letras grandes. La foto va incluida para
saboreo de los lectores.
La redacción se presta algo a confusión, pues las comas no
aparecen.
Se pide que el contenedor anejo no lo usen los de fuera ,
sólo los vecinos a quienes no hay que tirar, sino que ellos pueden tirar las
basuras. Y luego una amenaza: as silveiras
teñen ollos.
Eso era lo que íbamos pensando al caminar, nosotros no vemos
a nadie pero puede haber mil ojos que nos espían.
Como no veíamos a nadie y queríamos saber algo del lugar, tocamos el timbre de una casa al azar.
Grande fue nuestra sorpresa pues conocíamos a los dueños que nos dieron mucha informaciones.
Después bajamos por
unos barrancos estrechos y resbaladizos
y llenos de cantos rodados. Llegamos a
una fábrica de curtidos antigua. Estaba en parte en ruinas y otra restaurada y dedicada a clases de formación
muy variada.
Ya íbamos de retirada y saludamos a varios transeúntes. En esos momentos el cansancio se hacía notar
y fuimos a una cafetería y con unos pinchos y algo de beber, nos repusimos un poco.
Luego cogí el autobús en donde unas jóvenes, quizá alumnas
de económicas, me cedieron el asiento. Después
recé por ellas, pues fue un detalle inesperado y les quedé muy agradecido.
Aquí terminó esta mini aventura, en que vimos una zona
desconocida y poco transitada de la
parroquia.
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