Leyendo la vida de Manuel García Morente, un intelectual
converso, cuenta que estando en París hizo una observación
respecto a su vida, dijo que: yo hago planes pero hay Otro que también los hace e interviene en
mi vida.. Lo que empieza con una finalidad, por una serie de circunstancias,
termina de otra manera.
Esto, algo parecido, me pasó a mí en la mañana del viernes. Fui como
otras veces al Asilo a atender a unas personas con la intención de a continuación llevar la comunión a una
enferma mayor, en las cercanías.
Quise
llamarla por teléfono para decirle que iba , pero asombrosamente el teléfono estaba totalmente
descargado a pesar de no haberlo casi
usado. De todos modos me decidí a ir. Cuando llego, me sale al
encuentro una hija de la enferma que me había enviado un correo que
no pude recibir y me dijo que su
madre no estaba en condiciones de recibir a nadie.
Volví con el Señor
hacia la parroquia, pero al pasar cerca de otro geriátrico me acordé que allí había dos personas a las
que visitaba y atendía espiritualmente, pero que hacía un cierto tiempo
que no iba..las suelo visitar cada 15 días. Me acerqué fui a verlas, aunque no me esperaban, y pudieron comulgar los dos.
Una es una señora mayor que la encontré en la capilla y que
aceptó con agrado el charlar un rato y
ella mismo pidió confesar y luego le ofrecí la comunión. Se quedó tan contenta
que me dijo que aquel era ya un día pleno. Después fui a ver a otro acogido que es un sacerdote enfermo y también lo atendí.
Vi en todos estos cambios la mano de Dios que intervino en mis planes.
Él tenía otros que sí se cumplieron.
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