Falleció el 10 de mayo a las 10 de la mañana del 2019, día
de San Juan de Ávila, patrón del clero
español. Vivía jubilado, en su casa de
Pontecesures.
Había nacido en Xanza
el 13-12-1926 y recibió la ordenación de sacerdote el 18-12-1952. Descanse en paz.
Estuvo de párroco en varias parroquias pero las últimas
fueron el Jobre en donde estuvo 14 años
y luego Pontecesures en donde estuvo 34 años, ya cerca de su tierra natal. Luego
estuvo ya jubilado unos 8 años , permaneciendo con su familia en Pontecesures.
En la iglesia del Jobre, dedicada a la Virgen, estuvimos varios amigos en distintas ocasiones haciendo romería
a la Virgen.
La romería es una visita a un santuario mariano y el rezo de tres rosarios y muchas veces una plática en la iglesia. Luego, si se tercia, hay una comida de
fraternidad con los compañeros asistentes.
Iria |
De alli tenemos muchos y gratos recuerdos.
Aunque se jubiló y dejó su cargo parroquial, no dejó la pastoral.
Ayudó en lo que le pedían sus compañeros sacerdotes de la zona y les echaba una mano en diversas tareas parroquiales.
Llevó bien la enfermedad que
conoció con tiempo en su gravedad y el paso a la Vida eterna no le cogió
de sorpresa. Días antes recibió la Santa
Unción en la parroquia, a la vista de sus antiguos feligreses.
Era muy acogedor y detallista cuando se le iba a ver a su
casa. Estaba siempre dispuesto a organizar una comida fraternal en la que
disfrutaba contando y oyendo historias y anécdotas de la vida.
Con D. Olimpio |
Como todos los sacerdotes era muy mariano. Era grande su
amor a la Ss. Virgen a quien visitaba en sus santuarios. La Virgen le llevó en
su mes mariano por excelencia, el mes de
mayo.
Rezaba mucho y fue fiel a la oración hasta el último
momento, deseando hacerla con la mayor perfección, consciente de su importancia.
Estaba muy agradecido a las atenciones y formación que la daba la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz a la que pertenecía desde más de 40 años y con la que colaboraba en lo que podía.
Estaba muy agradecido a las atenciones y formación que la daba la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz a la que pertenecía desde más de 40 años y con la que colaboraba en lo que podía.
Su hermana Nieves y toda
su familia, le ayudaron mucho, tanto en su apostolado como con su persona.
Los últimos que le vieron con vida recibieron de él una sonrisa de afecto y
agradecimiento.
Muchas gracias, don Victor. Fue Severino un gran ejemplo de sacerdote del que hemos aprendido todos: recuerdo que me invitaba con frecuencia a predicar a chicos de confirmación. Se preocupaba de que se formaran y rezaran. Y lo hacía todo con una sonrisa muy suya. Nos encomendamos a él
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