En el Sermón de la Montaña el Señor se
dirige a sus discípulos y les habla de las Bienaventuranzas. El Señor habla
primero de un modo impersonal, vg. Bienaventurados “los” pobres,
los mansos...
1ª.-Bienaventurados los pobres de
espíritu, porque suyo es el Reino de los cielos.
2ª.-Bienaventurados los que lloran,
porque serán consolados.
3ª.-Bienaventurados los mansos, porque
heredarán la tierra.
4ª.-Bienaventurados los que tienen
hambre y sed de justicia, porque quedarán saciados.
5ª.-Bienaventurados los misericordiosos,
porque alcanzarán misericordia.
6ª.-Bienaventurados los limpios de
corazón, porque verán a Dios.
7ª.-Bienaventurados los pacíficos porque
serán llamados hijos de Dios.
8ª.-Bienaventurados los que padecen
persecución por causa de la justicia porque suyo es el Reino de los Cielos.
Al terminar la 8ª Bienaventuranza
incluye dos veces la palabra “vosotros” personalizando:
bienaventurados cuando os injurien, os persigan...”Alegraos y regocijaos porque
“vuestra” recompensa será grande en el cielo”.
Las Bienaventuranzas son
como un flas que refleja la vida de Cristo viviendo en su persona
la Nueva Alianza. Nosotros debemos también imitarle en el modo de
vivir y hacer vivir sus divinas enseñanzas. Por eso he puesto las
ocho Bienaventuranzas en columna para que nos quede mejor
grabada la enseñanza del Señor y también la siguiente que se refiere al
modo como las debemos vivir todos los cristianos.
9ª.-Bienaventurados, cuando os
injurien, os persigan y, mintiendo digan
contra vosotros todo
tipo de maldad por mi causa. Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa
será grande en el cielo: de la misma manera persiguieron a los profetas de
antes de vosotros.
Y añade:
Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se
vuelve sosa, ¿con qué se salará? No vale más que para tirarla fuera y que la
pisotee la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse
una ciudad situada en lo alto de un monte; ni se enciende una luz para ponerla
debajo de un celemín, sino sobre un candelero para que alumbre a todos los de
la casa
Abundando en esta enseñanza encontramos
en Lev, 2,13: “Sazonarás con sal todas tus ofrendas de oblación; nunca
omitirás de tu ofrenda la sal de la alianza con tu Dios. Sobre todas tus
ofrendas ofrecerás sal”. La sal servía para hacer sabrosos los
alimentos ofrecidos en los sacrificios y que serian luego comidos en
el banquete ritual y también para mantenerlos incorruptos; lo cual
apunta a la permanencia de la alianza con Dios o inviolabilidad de los
compromisos.(cfr 2 Cron .13,5) que significaba hacer un
pacto inviolable y permanente.
También una amistad
imperecedera (cfr Num 18,19). En el N.T. presenta además una imagen
sapiencial y sentido purificador de la sal (Mc 9, 49-50).
Respecto a ser luz del mundo remito: al
comentario del día de la Candelaria. Podemos completarlo con lo que
nos dice S. Pablo (1 Cor, 13): La luz nos hace ver todas las cosas con mayor
profundidad, altura y sentido que es la Caridad: El amor es el
que da el verdadero sabor a la vida y a nuestras obras.
Es el modo de existir
de la Iglesia en favor de la humanidad. Por eso es necesario que los
cristianos, que nos sentimos Iglesia, tomemos en serio nuestra vocación de ser
sal y luz. La sal si se estropea ya no se puede recuperar.
Si empezamos a
razonar y vivir, no según el sentido que le da el Señor a la sal,
sino el que le da el mundo, terminaremos no siendo ya nadie para el mundo,
sino “mundanos”. Debemos por lo tanto estar habitados por la vida
divina para dársela a los hombres y familias, suscitando así la
admiración y la alabanza, no a nosotros, sino a Dios Nuestro Padre.
Simón-David Castro Uzal .- sdavidcuzal@gmail.com .-
9-02-2020
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