Conocí una persona bastante mayor a la que yo
por decirle algo agradable le dije que su marido era muy cordial y
especialista en decir cosas amables.
Se sonrió, pero, en un arranque de
sinceridad, me dijo que los piropos eran
agradables pero... no era suficiente, pues si no ayudas al otro en lo que necesita,
todo se queda en palabras sin fundamento. Palabras y obras. Se requieren las dos cosas.
Me quedó en la memoria y creo que es verdad, pues no basta
con ser amable, hay que ser también
servicial con las personas, si no suena a falso lo que se dice.
Así ocurre también en
el amor de Dios.
Hay que ser Marta y María a la vez: servir que es amor y escuchar con alegría que también es amor, y así agradaremos a Dios.
Hay que ser Marta y María a la vez: servir que es amor y escuchar con alegría que también es amor, y así agradaremos a Dios.
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