Allí estábamos sacerdotes de varias diócesis , con un director D. Ernesto Juliá, que nos fue dando charlas esenciales .
Fueron algunos de esos temas, La Ss. Trinidad, la humildad, Cercanía de Jesucristo, la Misa, el Espíritu Santo etc., que llevados a la oración fueron interiorizados. Hablados con Jesús que nunca nos deja, aunque nosotros del olvidemos.
El ambiente fue de silencio y de oración. De pensar en nuestra mejora interior. Todo muy propicio para volver a plantearnos: comienzo de nuevo.
Nada más llegar, fuimos al oratorio en donde presidía, bien iluminada, una imagen de nuestra señora con el Niño en brazos. La vi como pensativa, con mirada acogedora, tal vez esperando mucho de nosotros.
Había tiempo libre para pasear por el jardín o para acompañar el Señor en el oratorio. De todo se vale Dios para hablarnos, eso sí , hay que estar atentos para ver un rayo de su luz.
Hoy nos leyeron en la exposición del Sº Sacramento, algo del Evangelio de S. Juan y escuché que Jesús tiene el sello del Padre. Nunca lo había oído y me pareció estupendo ese sello y se lo pedí para nosotros los seguidores de Jesús. Ojala se nos note ese sello.
Tuve tiempo para ir al cementerio nuevo de San Pantaleón das Viñas, parroquia a la que pertenece Montecelo.
Este cementerio nuevo está en medio de un monte, rodeado de árboles y bastante alejado de las casas, pero bien comunicado y muy cuidado. Lo hicieron y lo cuidan los vecinos.
Allí hay unos panteones de la Prelatura del Opus Dei en donde están enterrados algunos conocidos míos. Los sacerdotes D. Diego Fontán y D. José Luis casado y otros, también algunos laicos.
Doy gracias a Dios por esta hermosa oportunidad del retiro, que ilumina nuestro camino hacia la casa del Padre, como la estrella de Belén iluminó a los Reyes Magos en su camino al encuentro del Mesías.
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