La Cofradía de la humildad, hecha por gente joven, ha preparado a la Virgen de la humildad con sus mejores galas. Está de Reina, con un precioso manto y muchas flores, muestra de cariño de los cofrades, y toda ella invita a rezarle y a imitarla.
El domingo de Ramos el sacerdote que presidía en San Juan, al principio de la Misa saludó a San José, puso a todos bajo la protección de la Virgen y envió, en nombre de todos, mil besos a Jesús en la Cruz, cuya pasión se leyó en esa misa.
Al terminar cantamos “Sálvame Virgen María”, mirando la hermosa imagen y el sacerdote se desplazó por el presbiterio hasta ponerse delante de la Reina.
El lunes es el día de la procesión por las calles de Santiago y, como no se podía hacer dicha procesión, ese día estuvo abierta, mañana y tarde, la iglesia y fueron muchos los que se acercaron a saludar a la Virgen.
Los hijos fueron a ver a la Madre.
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