Conocí a una familia en que eran la madre y 11 hijos.
Estos ya dispersos con sus propias familias, aunque alguno estaba aun en casa con la madre.
Pues bien, la madre enfermó y ya no podía valerse por sí sola y en vez de enviarla a un geriátrico, como suele ser lo normal en estos casos, los hijos se pusieron de acuerdo para hacer turnos de día y de noche y así la cuidaron hasta que falleció.
Luego estaban orgullosos de haber cuidado a su madre. Me parece un buen ejemplo de atención y cuidado a su madre. Ella también habrá pasado los suyo para cuidar a aquella prole numerosa.
Cuando me lo contaba uno de los hijos, estaba contento de haber sido una familia unida.
También conocí a una señora con dos o tres hijos y que cuidó a su madre durante 13 años.
Tenía que hacerle
todo, pues ella, la madre, padecía demencia senil y no se enteraba de nada.
Su hija, que la cuidaba, se vio privada de haber asistido a excursiones o fiestas, pero dio todo por bien empleado y espera que ahora, ya en el cielo, se haya enterado de todo.
Aun me queda algún caso más de fuerza heroica.
Es el caso de un marido de mediana edad que iba todos los días al geriátrico a ver a su mujer.
La paseaba en la silla de ruedas, la llevaba al café, le hablaba, pero ella no se enteraba de nada. Al cabo del tiempo se murió y yo le decía al marido que ahora si se enteraba de todo lo que la había cuidado.
Oí en una ocasión a una cuidadora que había trabajado con muchos enfermos que no se enteran y decía que hay una cosa de la que se enteran y es del cariño con que las tratas. Eso todos lo entienden.
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