Evangelizando |
He recibido con alegría la iniciativa del Papa Francisco de dedicar este domingo III del Tiempo ordinario a la Biblia..
Nosotros somos herederos del Antiguo testamento y además tenemos los libros del Nuevo. La nueva Alianza.
He visto en Tierra Santa la veneración con que tratan a la Torá, la cuidan como una reina y sienten por esos libros del Pentateuco una gran veneración. También he visto en alguna iglesia poner en relación la Biblia, toda la Biblia, con la eucaristía, poniendo el libro y el sagrario juntos, como para decirnos que Cristo es la Palabra hecha realidad en su vida. La Palabra de Dios es Jesucristo.
También en muchas iglesias se ha puesto la Biblia en lugar destacado para que nos entre por los ojos su importancia.
Los fieles debiéramos tener una mayor querencia a la lectura de esta Palabra, una lectura y una escucha obediente como María. Cuando va a ver a su prima Isabel o cuando huye a Egipto…obedece rápidamente a la Palabra de Dios que le llega por otros cauces.
Se han escrito muchas y bellas cosas sobre la Palabra de Dios tanto en el Concilio Vaticano II (la Dei Verbum) como en el sínodo etc. Baste decir, por hoy, un par de cosas: la Palabra de Dios es el sostén de la fe de la Iglesia a través de los siglos es la roca donde se afianza y apoya.
Y la palabra es no solo para oírla o saberla sino para vivirla. El Señor nos forma y guía a través de la Palabra trasmitida por los libros sagrados, por la tradición de la Iglesia y por el magisterio que está al servicio de esa Palabra…La leemos en unión con toda la Iglesia de todos los tiempos, con sus santos y pastores y con las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia.
La Iglesia nace y vive de la Palabra de Dios: la Palabra de Dios sostiene la Iglesia a lo largo de la historia. La Palabra de Dios penetra y anima,con la potencia del Espíritu Santo, toda lavida de la Iglesia. (Instrumentum laboris, 2008))
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