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Todos somos instrumentos de Dios, especialmente los sacerdotes y hemos de escuchar la voz del Señor, que momento a momento nos dice ¿qué hacer y dónde echar las redes?
Para ser sacerdotes que hagamos mucho apostolado, en primer lugar hemos de ser
piadosos y santos, pues nadie da lo que no tiene.
De esa unión con Dios viene la fuerza para todo, como en el caso de la vid y de
los sarmientos, como Jesús nos explicó (Juan 15, 1-8).
En primer lugar los sacerdotes hemos de realizar muy bien nuestra misión, nuestro encargo apostólico dado por el Obispo diocesano o el Superior correspondiente.
Luego hemos de procurar hacer todo bien, como Jesús, en
particular la administración de los sacramentos.
Prepararnos para hacer bien las cosas, rezar para que salgan bien, contar con
las personas que nos pueden ayudar y en general utilizar muy bien todo lo que
ayude a la santidad y al fruto en el ministerio sacerdotal.
Procuremos ser generosos, sacrificados en nuestros deberes, sin descuidar la
propia salud. Con la gracia de Dios aprovechemos todas las oportunidades para
llevar a cada persona por los caminos de Dios.
Busquemos vocaciones, ayudemos a los jóvenes a ir por los caminos de Dios y
cuidemos especialmente a las posibles vocaciones de sacerdotes y personas
célibes.
Procuremos dar buena doctrina, sabiendo lo que pasa en el mundo para señalar y
superar los obstáculos.
Perseveremos en la fe, en la esperanza y en el Amor, unidos a nuestro pueblo fiel, buenos pastores que protegen y cuidan a sus ovejas.
La Santísima Virgen y San José nos acompañan, con Jesús. Qué ellos nos indiquen
en todo momento a hacer lo que debemos y a estar en lo que hacemos, con todo el
Amor y la perfección.
Nota
Aportación de D.José Antonio Varela Silva, sacerdote gallego en Paraguay y que está unos días en la Casa Sacerdotal contando muchas hermosas historias pastorales.
Los subrayados y fotos, son míos
V.S.L.
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