Hace pocos días coincidí con un peregrino, ya bastante mayor, pero con su mochila y la concha de peregrino. Comencé una conversación con él en la que me dijo que era de Zaragoza, entonces le pregunté cómo estaba la Virgen del Pilar.
Me contestó que era la Virgen que más altares tenía en el mundo. Me pareció un poco exagerado pero le dejé hablar y me explicó que todos los habitantes de Zaragoza y alrededores tienen a la Virgen en el altar de su corazón.
Me pareció una bonita respuesta que nos lleva a mirar para adentro de nosotros mismos y ver que tenemos en ese altar de nuestro corazón.
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