Ayer, día 29, regresé a mi residencia cuando ya la iluminación
navideña estaba encendida. Era la primera noche y estaba preciosa.
Pasé en coche por Pastoriza, Santa Clara, S. Roque y Porta do Camiño. Iba tan entretenido viendo la hermosa iluminación que tuve que dar un frenazo ante un joven que pasó por el paso de peatones en rojo para él, pero no pasó nada. El ángel de la guarda estaba atento.
Al principio vi muchos aros, cuatro en cada grupo de iluminación. Entonces me vino una idea rebelde, pensé que los organizadores habían dejado muy bonito Santiago pero parecía que querían hacernos pasar por el aro si quieres disfrutar en la Navidad.
Luego vi que
los aros centrales tenía el fondo oscuro de la noche y parecían desde lejos
unas gafas de sol desde donde alguien invisible nos mira sin pestañear. Nos están
diciendo así como que circulemos con
seriedad y sin distraernos mirando para los lados y que alguien nos mira.
Me falta
mucho por ver y por tanto no puedo opinar de todo, pero felicito a los
organizadores que con todo este trabajo y gasto nos están haciendo pensar
y recordar cosas muy importantes, entre ellas que Dios nos ama y que el sí es la luz del mundo que ilumina nuestros caminos.