jueves, 21 de febrero de 2019

San Faustino Míguez , un santo gallego.



 Faustino Míguez, sacerdote profeso de la Orden de los Clérigos regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías (Escolapios) y fundador de la Congregación de las Hermanas Calasancias Hijas de la Divina Pastora. Es un santo gallego.

El santo consideraba que las niñas y mujeres son «el apóstol de la familia, la parte más interesante de la sociedad, la portadora de la paz, y el alma de la familia».


El  Santo nació en una pequeña aldea de Orense, en Galicia (España) en 1831. Con 16 años dejó su casa para iniciar los estudios de latín y humanidades en el Santuario de Nuestra Señora de los Milagros, en Orense, para ser sacerdote.

Allí sintió la llamada de Dios a ser sacerdote y maestro según el espíritu de San José de Calasanz.
Ingresó el en noviciado de las Escuelas Pías de San Fernando en Madrid en 1850 y tomó el hábito escolapio ese mismo año con el nombre de Faustino de la Encarnación.

Fue ordenado sacerdote en 1856, con 25 años, en la parroquia de San Marcos de Madrid. Su primer destino fue Cuba ya que la presencia de los Escolapios en la isla era necesaria para la formación de los futuros maestros.

Dedicó casi 50 años a la educación en colegios de España y de Cuba donde enseñó latín, historia, geometría, álgebra entre otras muchas materias, pero destacó especialmente como profesor de ciencias naturales.

En 1879 es enviado a Sanlúcar de Barrameda, Cádiz (España) en donde el P. Faustino descubrió la necesidad de escolarizar a las niñas como años antes le había ocurrido a San José de Calasanz con los niños de las calles de Roma.

Ante esta situación e impulsado por el espíritu decide fundar la Congregación de Hijas de la Divina Pastora que tienen el fin de «formar el corazón e ilustrar la inteligencia de las mujeres para hacerlo culto y civilizado según el espíritu de Jesucristo a fin de que sea un día el alma de la familia y la salvación de la sociedad».

Una congregación dedicada a la educación integral de la infancia y juventud y a la promoción de la mujer que actualmente están presentes en España, India, Chile, Argentina, Uruguay, Colombia, Nicaragua, Ecuador, Guinea Ecuatorial y Camerún.

El agua bendita en dos anécdotas





Ocurrió ya hace años lo que voy a contar  pero lo tengo muy presente como si pasara hace poco. Estando yo en la sacristía de una iglesia, una persona se me acercó toda preocupada para que le bendijera la casa cuanto antes. Hablamos un poco, pues quería saber el motivo de tanta urgencia,  y me dijo que llevaban más de un mes con  un ruido a las 5 y 20 de la mañana en la ventana como si una mano invisible la moviera con  fuerza. Habían llamado a un familiar para que durmiera en casa y  a ver si también oía o era cosa de los de casa  y así fue, se oía el ruido a la misma hora. Pusieron un vigilante fuera para ver si alguien pasaba y hacía algo en la ventana,  pero a nadie se vio.

Con estos datos fui a bendecir la casa armado del ritual de bendiciones, la estola y desde luego el agua bendita que yo mismo bendije para asegurarme.

 Les dije que sería bueno se confesaran y comulgaran pues Dios oye a los amigos de un modo especial y les advertí que yo iba a hacer la oración oficial de la Iglesia que Dios seguramente escucharía. Era una petición  que esperábamos  fuera atendida. Bendije la casa y eché mucha agua por todas las habitaciones en especial por la ventana  de los ruidos.

Al día siguiente la señora vino a la iglesia confesó y comulgó y se marchó. Al otro día volvió a la Misa y se marchó, pero al tercer día ya no esperé más y  me acerqué para preguntar como iba lo de los ruidos. Me confirmó que habían desparecido totalmente y estaban muy contentos. Se corrió la voz por todo el pueblo de lo que habíamos hecho en aquella casa y luego fueron bastantes los que me llamaron para que bendijera sus casas.

En otro lugar, estando de párroco,  ocurrió que  había un gran malestar entre los vecinos, disputas,  riñas, maledicencias etc. que iba en aumento. No viendo remedio a la situación y sintiéndome  sin fuerzas,  se me ocurrió la idea de bendecir a todo el pueblo con agua bendita. Aproveché un día de lluvia intensa, un momento en que arreciaba más, cogí el ritual de bendiciones, me puse la estola, salí a la puerta de la iglesia y recé la bendición del agua con la intención de bendecir el agua que caía en aquel momento en toda la parroquia. Después me recogí en oración junto al Sagrario.

 Comprobé muy pronto que todo aquel embrollo había pasado,  como cuando se echa un azucarillo en el café y se disuelve en pocos segundos. Maravillas del agua bendita – y de la oración -  que por algo la Iglesia la tiene en la entrada de todos los templos de la cristiandad, como defensa contra las asechanzas e insidias del maligno y la usa en tantas otras ocasiones como son por ejemplo las diversas bendiciones.

viernes, 8 de febrero de 2019

Mis encuentros callejeros



Desde mi casa, casa sacerdotal, hasta la iglesia,  tengo tiempo de rezar tres misterios del rosario si voy a pié, pero casi nunca lo consigo, pues encuentro a conocidos que no sólo saludan sino que quieren hablar.

 Hoy, a mitad de camino, me encontré con un Señor  ya mayor, de barbas y muy conversador. Hace todos los días el mismo recorrido y casi siempre nos encontramos a la misma altura de la calle. Esta vez le pregunté qué iba a hacer en esa mañana, y me dijo que al llegar a casa iría a la compra, mientras la “niña” iba a Misa a la Corticela. La niña es su mujer,  a quien cuida con gran esmero y cariño,  después de muchos años de matrimonio. Se ve que está enamorado.

Después encontré a un señor que es de Reus. Bueno en realidad es de Murcia pero estuvo su juventud en Reus. Venía de la compra y como otras veces me habló de sus muchos achaques.

 Ahí se cumple que cada uno habla de lo que le duele. Lo hace con gestos y, si hace falta, saca papeles. Me contó que, como había hecho deporte en su juventud,  eso le ha valido mucho para resistir sus varias enfermedades.

Luego encontré un matrimonio mayor que los veo pasar todos los días.  El  va un poco adelantado a su mujer como un metro o metro y medio. Se lo comenté y me dijo que iba delante tirando de ella, algo así a como hacen los ciclistas, que el que va delante tira de los otros.

Ya, por último, me encontré con un chico que paseaba a su perro. Le pregunté el nombre del perro y me dijo que se llama Klei, como Casius Klei, y tiene 10 años, pero anda con mucho garbo.

 Me comentó, ese chico,  la muerte de una persona que era muy conocida en el barrio y que le ha
bía dejado impresionado. A lo mejor,  Dios le tocó con esa muerte repentina y fue una gracia para  él.

Es verdad que la parroquia es una familia y nos interesamos por todo lo que preocupa a los vecinos. El otro,  importa.

San Jerónimo Emiliani



Me envió un amigo una pequeña  reseña de S. Jerónimo, que es patrono mundial  de la juventud desamparada y de los huérfanos. Fue  un gran apóstol de la Madre de Dios.

Lo que me  llamó la atención de este envío  fue la jaculatoria que  repetía el Santo: Ayúdame Señor y seré tuyo

Esta  jaculatoria la repetí este día y  a veces, pues que hay que ser creativos,  le daba un toque personal, como p.e. si me ayudas,  seré todo tuyo. O también con otra variante: Señor,  ayúdame y seré todo tuyo. 


Creo que también esta  breve oración se podía usar en el propio matrimonio,  uno debería decirle al compañero: si me  ayudas seré todo tuyo, o,  ayúdame y seré tuyo.


lunes, 4 de febrero de 2019

La verdad acerca de perros y gatos (y de otras cosas)


El poder del hombre sobre la realidad no alcanza para cambiarla tan radicalmente: por más que yo quiera que mi gato ladre y juegue con huesos no lo hará aunque trate de enseñárselo y lo llame «Boby».
es el autor. El artículo es resumido.








La ideología de género,  sostiene que la identidad sexual no guarda relación con el cuerpo sino que es definida por cada individuo arbitrariamente.

Sin embargo, el poder del hombre sobre la realidad no alcanza para cambiarla tan radicalmente: por más que yo quiera que mi gato ladre y juegue con huesos no lo hará aunque trate de enseñárselo y lo llame «Boby». Esto fue lo que el Arzobispo de Santiago, Monseñor Ricardo Ezzatti, quiso explicar al decir hace algunos días: «… más allá del nominalismo hay que ir a la realidad de las cosas.

 No porque a un gato le pongo nombre de perro comienza a ser perro», dijo ante la pregunta de un periodista sobre la posibilidad de que los menores de 14 años cambien el sexo de su inscripción en el Registro Civil. Pudo haber elegido otro ejemplo: manzana con pera, árbol con piedra, mesa con silla, negro con blanco, luz con oscuridad… En cualquier caso, toda persona bien intencionada entiende que el ejemplo no es lo importante y que es sólo un recurso pedagógico para explicar una idea. Y venía al caso, porque si tratar al gato como si fuera un perro puede acarrear serias consecuencias para el animal, cuánto más si un hombre es tratado como mujer o viceversa, como lo demuestran los testimonios y hasta suicidios de no pocas personas «trans» arrepentidas.

Pero los tiempos que corren no se caracterizan por la buena intención, y se armó el escándalo y llovieron las críticas porque el Arzobispo habría puesto a las personas «trans» al nivel de los perros y gatos (a propósito: me extraña que los animalistas no hayan reclamado contra los críticos de Monseñor Ezzatti por estimar que perros y gatos valen menos que las personas).

 Hay que ser muy perro para extraer esa interpretación de las declaraciones de Monseñor, porque está claro que no dijo ni quiso decir eso; él no usó el ejemplo para referirse a personas sino para explicar qué es el nominalismo, y punto. Por lo mismo, Monseñor no debió haberse disculpado; bastaba con que dijera que dijo lo que dijo y no lo que dicen que dijo y, de paso, hubiera aprovechado la oportunidad para asistir a cuanto programa lo invitaran para hablar sobre el tema de fondo, que es lo importante.

«Tiene razón en el fondo, pero cometió el error de haber dicho algo que previsiblemente iba a ser tergiversado» me han dicho varios. No estoy de acuerdo. No importa la forma que utilice cualquier persona con sentido común para advertir sobre los riesgos de cualquier postulado ideológico, pues los adherentes a las ideologías no aceptan que se discutan sus postulados contrastándolos con la realidad ya que ello equivaldría a asumir la posibilidad de que su «re-creación» del mundo pueda estar equivocada.
¿Qué hacer entonces? Primero, decir las cosas como son aunque algunos se pongan colorados; con respeto, cuidando la forma para no herir sensibilidades innecesariamente, pero decirlas. Los progresistas han ganado terreno no porque digan cosas inteligentes sino porque apelan a las emociones y pocos se atreven a enfrentarlos, pero si los enfrentamos con argumentos de sentido común mucha gente nos dirá: «qué bueno que lo diga, ya estaba empezando a creer que estoy loco». Segundo, después de decirlas habrá que «poner el pecho a las balas» para soportar críticas, insultos y hasta agresiones físicas. Tercero, no pedir disculpas, porque no cabe disculparse por manifestar lo que se piensa si se hace honestamente.

«¿No será mejor ser flexibles y adecuarnos a la modernidad? De lo contrario nos vamos a quedar sin gente», he oído por ahí; de hecho, no han faltado católicos, incluso algún cura, quienes públicamente –y cobardemente– se han subido al carro y han rasgado vestiduras contra Monseñor. 

Reconozco que el argumento tiene cierta lógica y «parece» atendible, pero debemos rechazarlo. Hace 50 años Monseñor Fulton Sheen alertó contra esta tentación, que viene a ser una versión sutil de la tercera tentación que enfrentó Jesús antes de iniciar su vida pública: «Te daré todos los reinos del mundo y su gloria si me adoras», esto es, para que la Iglesia sea aceptada y estimada por el mundo debe dejar a un lado la verdad y adecuarse a las ideologías, al afán humano por recrear el mundo. 

Jesús la enfrentó no sólo al inicio sino durante Su misión: cuántas veces recibió críticas por haber herido sensibilidades. En cierta ocasión hizo un reproche a los fariseos y, como el reproche era aplicable también a los doctores de la ley, uno de estos le reclamó, lo que aprovechó Jesús para fustigarlos: «¡Ay también de vosotros…!».

Enfrentemos las cosas como son: o estamos con Él o estamos con el mundo y contra Él. Si los cristianos que nos antecedieron se hubiesen adecuado al mundo, hace rato que se habría roto la cadena de la transmisión de la Fe. Somos descendientes de mártires y santos y tenemos el deber de transmitir a la generación siguiente la Fe verdadera, la que cree en la Verdad. Por lo tanto habrá que decir que dos más dos es cuatro, que el perro es perro, y que el gato es gato.