D. Ramón nació en Pantiñobre, cerca de Arzúa el 20/08/1936,
y falleció el día 29/III/2020, en su residencia geriátrica Domus VI, de S. Lázaro
(Santiago).
En una romería a la Virgen |
Estaba delicado de salud y se vio agravado por el contagio del
coronavirus. Lo trataron en la propia residencia en donde estaba aislado;
llevaba varios días que se negaba a comer y estaba alimentado con suero.
Como tantos, en otros sitios, murió sin una familia que lo
pudiera acompañar o le pudiera despedir con un beso. No dejaban verlo por la
preocupación de contagio.
Antes estuvo en un geriátrico de Calo y luego pasó a San Lázaro.
Sus hermanos se turnaban para verlo y acompañarle todos los días y también sus feligreses
de la Esclavitud estaban con él con frecuencia en la cafetería de la
residencia, contándole cosas de
la parroquia.
Era muy querido en la Esclavitud en donde trabajó mucho, especialmente
organizando novenas a lo largo del año a las que llevaba predicadores de muchos
sitios. La iglesia se llenaba y , además de la formación que recibían, tenían
la oportunidad de confesarse varias veces al año. De esto se preocupaba D. Ramón
sabiendo de la importancia que tiene para la vida cristiana. A veces
incluso acortaba, si hacía falta, las predicaciones para que el confesor estuviera disponible para ir a
confesar.
En la sacristía hay exvotos de diversas gracias o milagros
que hizo la Virgen en esta advocación de la Esclavitud, muchos son antiguos
pero también hay algunos recientes. Cuando se le preguntaba si había milagros
en su santuario siempre decía que muchos, si le pedías que contara alguno decía,
no sé. Aunque alguno sí lo contaba.
Su parroquia, el santuario, era muy visitado por estar en el camino portugués
de Santiago, pero también iban allí gentes de los alrededores, incluso de
lejos.
Tiene un hermosa robleda un atrio amplio y una iglesia en piedra y muy
cuidada, por dentro y por fuera.
¿Cómo era D. Ramón?
Lo sabrán contar muy bien
sus feligreses, pero era sencillo, no se daba importancia, era afable y
paciente con todos y muy de su iglesia que tenía estupendamente cuidada.
Celebraba la Misa con amor
de enamorado y sin prisas. Era ejemplo de piedad. Podemos afirmar que era
muy eucarístico y muy mariano, como deben ser todos los sacerdotes.
Me consta que muchos sacerdotes ofrecieron la Misa por él y también
oraciones, y esperan poder asistir a algún
funeral que, cuando pase toda la pandemia, se vaya a organizar en alguna de sus
parroquias.
Descanse en paz y que su recuerdo nos ayude a ser mejores.
Pasa al banquete de tu Señor pues has sido un servidor bueno y fiel. DEP, don Ramón.
ResponderEliminarJosé Luis Dorelle.