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Se destacó por ser el santo de los vuelos.
El 4 de octubre
de 1630, mientras en Cupertino comenzaba ya a desfilar la procesión en honor a
S. Francisco, el P. José, que iba de ministro, comenzó a elevarse de la tierra ante los ojos de una multitud llena de pasmo.
El elevarse del suelo durante la celebración de la Misa
llegó a ser cotidiano. También durante el día, cuando el espíritu se inflamaba
, era capaz de remontarse sobre el altar o sobre un árbol hasta alcanzar una
imagen devota.
Luego que pasaba el éxtasis continuaba con lo que estaba
haciendo, todo lleno de confusión.
Estas elevaciones tuvieron lugar también en catedrales llenas de gente y con el Santísimo
expuesto.
Son famosas las que tuvo ante el Almirante de Castilla el día
7-VI-1646 y la que tuvo llegando al santuario de Loreto el 9-VII-1657.
Hizo otros muchos milagros de curaciones, visión del interior
de las personas etc. que cuentan ampliamente sus biógrafos.
Pero lo que a él le gustaba era predicar, ayudar a las almas, sacarlas del pecado por la confesión y acoger a todo el que se le acercaba fuese persona encumbrada o humilde. Hacía mucha oración y fue muy mortificado y obediente.
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