Me pusieron en la mesa una flor, un lirio, con un tallo
verde, 6 hojas blancas que amparan unas
amarillas y con la cabeza inclinada. No mira hacia arriba, hacia el cielo como casi todas, sino en
horizontal como queriendo hablar con el que está a su lado.
Me dijo la dueña de la casa que sólo dura un día. Luego vienen
otras que la pueden sustituir.
A veces, cuando hay algo bello que desaparece de pronto
decimos que ha sido la flor de un día.
Nuestra vida puede ser corta, siempre lo es, pues dice la
Biblia que mil años en tu presencia son como un día que pasa. Pero esa vida
puede ser flor que alegra, que mira y sirve a quien se le acerca, que adorna y luego
deja el paso a otros. Puede ser breve,
de un día, pero que grande si ha sido como esa flor.
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