Este domingo por la tarde fui con un amigo al santuario
mariano del Corpiño. Nuestra intención era unirnos a la petición por la
santidad de la familia en este año de la familia.
La Iglesia con la
ayuda de la Virgen salvará a la familia y la familia salvará al mundo.
El día estaba desabrido. Lluvia, niebla y frio. Llegamos al
Corpiño a las 5 de la tarde y pudimos ver el santuario rodeado de coches y casi
sin sitio para aparcar a pesar de sus grandes aparcamientos.
Entramos y llevamos una grata sorpresa. Había un grupo de unos 40 jóvenes de entre 16-18 años
ensayando cantos a la orden de otro joven con guitarra que no era sacerdote. Me pareció milagroso
que pudieran reunirlos allí y a esa
hora. Pregunté y me dijeron que eran jóvenes de la comarca que se estaban
preparando para la confirmación. El párroco no estaba y me dijeron que estaba
en Israel.
Al poco rato llegó un autobús con gente mayor. Entraron, se acercaron a la imagen de la Virgen por un lateral y luego se pusieron en los bancos
esperando la hora de la Misa.
Mientras, mi amigo y yo, detrás de una columna, nos pusimos a
rezar el rosario con el fondo musical y con las visitas que nos distraían.
La misa la hay todos los días y siempre se llena la iglesia aunque
no sea un día especial.
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