Cuenta Tomás Alvira después de una visita a la Virgen de los
Olmos en Maranchón:
Nos hemos sentado bajo
los frondosos árboles de la plazuela que rodea la ermita. Estábamos callados.
He cogido una
planta de esas que tienen frutos diminutos, con fibras en forma de paracaídas.
He soplado fuerte y aquellos frutos han salido lanzados y han planeado sobre el
aire hasta caer lejos, muy lejos de la gran llanura. Allí arraigarán y darán
nuevas plantas y nuevos frutos, extendiéndose a los cuatro vientos.
A las familias les
pasa otro tanto, se quieren entrañablemente, pero los hijos vuelan, planean, a
veces lejos, pero arraigan y dan fruto.
Os he visto a ti,
Tere; a ti, Rafa; a ti, Pili; a ti, Nieves…
Notas manuscritas de Tomas Alvira. En el libro Tomas Alvira
y Paquita Domínguez
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