Ocurrió ya hace años lo que voy a contar pero lo tengo muy presente como si pasara hace
poco. Estando yo en la sacristía de una iglesia, una persona se me acercó toda
preocupada para que le bendijera la casa cuanto antes. Hablamos un poco, pues
quería saber el motivo de tanta urgencia, y me dijo que llevaban más de un mes con un ruido a las 5 y 20 de la mañana en la
ventana como si una mano invisible la moviera con fuerza. Habían llamado a un familiar para que
durmiera en casa y a ver si también oía
o era cosa de los de casa y así fue, se
oía el ruido a la misma hora. Pusieron un vigilante fuera para ver si alguien
pasaba y hacía algo en la ventana, pero
a nadie se vio.
Con estos datos fui a bendecir la casa armado del ritual de
bendiciones, la estola y desde luego el agua bendita que yo mismo bendije para
asegurarme.
Les dije que sería bueno se confesaran y comulgaran pues Dios oye a
los amigos de un modo especial y les advertí que yo iba a hacer la oración
oficial de la Iglesia que Dios seguramente escucharía. Era una petición que esperábamos fuera atendida. Bendije la casa y eché mucha
agua por todas las habitaciones en especial por la ventana de los ruidos.
Al día siguiente la señora vino a la iglesia confesó y
comulgó y se marchó. Al otro día volvió a la Misa y se marchó, pero al tercer
día ya no esperé más y me acerqué para
preguntar como iba lo de los ruidos. Me confirmó que habían desparecido
totalmente y estaban muy contentos. Se corrió la voz por todo el pueblo de lo
que habíamos hecho en aquella casa y luego fueron bastantes los que me llamaron
para que bendijera sus casas.
En otro lugar, estando de párroco, ocurrió que
había un gran malestar entre los vecinos, disputas, riñas, maledicencias etc. que iba en aumento.
No viendo remedio a la situación y sintiéndome
sin fuerzas, se me ocurrió la
idea de bendecir a todo el pueblo con agua bendita. Aproveché un día de lluvia
intensa, un momento en que arreciaba más, cogí el ritual de bendiciones, me
puse la estola, salí a la puerta de la iglesia y recé la bendición del agua con
la intención de bendecir el agua que caía en aquel momento en toda la parroquia. Después
me recogí en oración junto al Sagrario.
Comprobé muy pronto
que todo aquel embrollo había pasado,
como cuando se echa un azucarillo en el café y se disuelve en pocos
segundos. Maravillas del agua bendita – y de la oración - que por algo la Iglesia la tiene en la
entrada de todos los templos de la cristiandad, como defensa contra las
asechanzas e insidias del maligno y la usa en tantas otras ocasiones como son
por ejemplo las diversas bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario