Dos argentinos, Rubén y Sonia, han contraído santo
matrimonio en la iglesia de S. Cayetano ante los fieles que estaban en la iglesia después de una Misa.
Se prepararon en tierra, cerca de Buenos Aires y, con todo
preparado llegaron a Santiago.
Hicieron el Camino desde Sarria con ganas de madurar aun
más su decisión teniendo que afrontar sol y lluvia y frio, pero, según ellos,
valió la pena. Llegaron muy contentos , como suele pasar con todos los peregrinos.
El jueves se presentaron en S. Cayetano a su cita
matrimonial. El sacerdote les recordó las tres palabras de Francisco: gracias, perdón
y con permiso. También les animó a que se ayudaran mutuamente a cumplir con las respectivas obligaciones religiosas.
Fueron testigos de su boda dos vecinos de S. Cayetano y
otras personas que se unieron a tan grato acontecimiento.
Luego hubo las fotos de rigor para eterno recuerdo de ese gran día y para
enseñar a los amigos.
Los novios regalaron a la parroquia unas cruces de madera y
otros recuerdos típicos. Una de esas cruces para el Sr. Arzobispo que dio el
visto bueno a su boda. Esas cruces son de fabricación propia y se llaman Cruz
de Matará.[i]
Deseamos para la nueva pareja que el Apóstol Santiago, San
Cayetano y Santa María, los bendigan ampliamente.
[i]
La Cruz de Matará es un fiel testimonio de la Evangelización de nuestra tierra
americana, y una clara muestra de la creatividad y el esfuerzo de aquellos
heroicos misioneros, por inculturar el Evangelio en las culturas nativas de
este continente.
Hoy, muchos
Grupos Misioneros del noroeste argentino, utilizan la Cruz de Matará como signo
de su Compromiso Misionero.
Debe su
nombre a los Matarás, una tribus de naturales que habitaba una zona ubicada al
sudeste de Santiago del Estero (Argentina), por entonces capital del Tucumán.
Se estima que la cruz fue tallada alrededor del año 1594 (año que parece
deducirse de los símbolos grabados en la misma ) por los jesuitas que
evangelizaron a los matarás, para transmitirles la Buena Noticia de manera
gráfica, dado que ellos eran analfabetos, o por alguno de los naturales.
Finalizados
los tiempos de la Evangelización, la cruz pasó de mano en mano durante varias
generaciones hasta dar por fin con la familia de don Amelio Sosa Ruiz, que la
recibió en herencia y la mantuvo en custodia por años.
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