En esta parroquia hemos secundado la petición del Papa de 24
horas de oración y de acercamiento al sacramento de la penitencia. Ya sólo eso
nos da alegría.
El Señor no estuvo en
ningún momento solo. Un buen
grupo ha respondido a la llamada y las horas de más personas rezando fue de 20
a 24 hs del viernes y luego a la mañana del sábado de 9 a 13 horas. Por la madrugada un poco menos.
Hubo señoras que
rezaron varios rosarios e hicieron lecturas eucarísticas ayudando así a los que
no están habituados a estar mano a mano con el Señor; también hubo tiempos de
silencio.
A altas horas de la noche hubo una meditación dirigida, en
que el sacerdote comentó dos estaciones del Viacrucis. Una en que la Verónica
limpia el rostro de Jesús. Ahora la Verónica es la Iglesia y Jesús manchado
somos cada uno de nosotros. Nos insistió el sacerdote en dejarnos limpiar en la
confesión.
La otra estación fue aquella en que Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén. Se olvida de sí
mismo y ayuda al otro en necesidad. Pedía el sacerdote que Dios nos conceda el
don de consolar y confortar al que lo necesita, dejando las propias
tribulaciones a un lado.
También hay que decir que hubo confesiones y por tanto, como quería el Papa, la experiencia de la
misericordia de Dios. Por una sola confesión ya valía la pena todo el esfuerzo
que se hizo y toda la oración.
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