D. Donato falleció el día 22 de octubre de 2019 en el
hospital clínico y será enterrado en Iria el día 24. El funeral , en Fontiñas.
Había nacido en Lira el año 1928 y recibió la ordenación sacerdotal
el 6 de junio de 1954. Celebró su primera Misa en Santa María de Iria.
Su penúltima Misa
fue el domingo día 20, que presidió
y en la que, como siempre, tuvo su predicación que generalmente la escribía
y leía. Al día siguiente concelebró, con los demás sacerdotes, de la Casa Sacerdotal en donde residía
y después de un día más, fallece.
La verdad es que era muy eucarístico, la Eucaristía era su
centro. Preparaba la S. Misa con mimo y
la celebraba con devoción y siempre
ajustado a las normas litúrgicas. Cuando presidía, después de encender las luces, miraba los libros,
los acariciaba, colocaba a su manera las
vinajeras y se sentaba cerca del altar
para celebrar en su momento.
Nada más salir del Seminario estuvo en la Curia y atendió el colegio de las Huérfanas; luego fue recibiendo
encargos apostólicos en la Diócesis relacionados con la Acción católica, Cursillos
de Cristiandad etc.
Promovió la unión de todas las asociaciones de la Ciudad, en diversos encuentros formativos que tuvieron durante meses. También estuvo de
director de la Casa Sacerdotal del Preguntoiro y en ésta de ahora, de la Calle Valle Inclán, fue capellán.
Tenía una buena fama de poeta, pues había leído muchos libros de poesía y
sabía largas poesías de memoria. Aun hace pocos días le
recitó, a uno de la Casa sacerdotal, la poesía, larga, de Rubén Darío, la
Marcha triunfal: ¡Ya viene el
cortejo! Ya se oyen los claros clarines…
Por ello fue un gran predicador, muy acogido y escuchado, por contenido y por la forma. Le invitaron a predicar a muchos sitios tanto a parroquias como a religiosas. Dicen que daba muchas vueltas a los textos del Evangelio, sacándole mucho partido y aplicaciones prácticas. Sus palabras llegaban a dentro y dejaban tocada a la gente, pero no sólo en las predicaciones, incluso ocurría en sus conversaciones ordinarias.
Ayudó durante años al párroco de Fontiñas en esa parroquia y
en ella va a recibir el último adiós.
Todo esto le hizo muy
popular, muy conocido especialmente en Santiago y muy querido de todos.
Quedará de D. Donato, en la memoria de los sacerdotes y de muchos laicos, el celo apostólico que le caracterizó siempre.
Que descanse en paz.
Quedará de D. Donato, en la memoria de los sacerdotes y de muchos laicos, el celo apostólico que le caracterizó siempre.
Que descanse en paz.
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