Tuve una visita de un joven de 16 años, que discretamente
vino a mi encuentro y se dispuso a hablar. Me alegró verlo y le recibí con cierta
expectación. Estaba dispuesto a escucharle.
Me preguntó si lo conocía, me fijé en él y luego le dije la
verdad, “no me acuerdo, dame alguna pista”.
Me replicó diciendo que yo había casado a sus padres, que lo
había bautizado a él y le preparé y di la Primera Comunión. Pero ni con esas
logré recordarlo.
En la conversación le dije que estaba en una edad estupenda
para mejorar el mundo, empezando por su entorno más cercano. Una tarea
verdaderamente apasionante.
El me dijo, interpretando mi pensamiento respecto del mundo
que “hay
que reciclarlo”.
Me gustó la expresión que luego fui a verla a internet en
donde hay mucho escrito referente a materiales e incluso profesiones, modos de
hacerlo, ventajas etc.
El Papa hablando de los belenes dijo que suele haber en algunos, con viviendas medio en ruinas, y comentó que
Cristo venía para reconstruir lo que estaba en ruinas. No las casas
desde luego, pero si las personas o las familias o incluso pueblos enteros: el
mundo.
Desde mi punto de vista tenemos la tarea de reciclar familias
en crisis, personas en ruinas morales, actuaciones desafortunadas, incluso nuestro trato con Dios
que si nos descuidamos termina por ser rutinario y frio, no de hijos queridos, como debe ser.
¿Cómo empezar?.- quizá se podría empezar por valorar y
cultivar la amistad. Dedicar tiempo, a
poder ser en directo, a los amigos, estar con ellos, servirles. Este es un buen
comienzo.
Luego ya vendrán otras cosas
que Dios mismo está interesado en sugerirnos y que reconoceremos si tenemos oídos para oír. Y así
habremos reparado este mundo, al menos
un poco. Es fácil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario