El escrute es una antigua tradición practicada por los jóvenes judíos desde tiempo inmemorial, que también se reunían las tardes de un día a la semana y escrutaban la Biblia.
El escrute fue un meternos en la Palabra de Dios que nos fue llevando a metas insospechadas, distintas para cada uno. El Espíritu Santo sopla hacia donde quiere.
Luego se fueron comentado esos pensamientos y luces, pero todos dijeron lo que habían sacado en limpio para su vida a través del escrute, hecho en ambiente de oración al Espíritu Santo.
La adoración fue con detalles de enamorados con el Señor: luz, flores, manteles limpios , silencio…
Se insistió en la Presencia Real de Jesucristo, El estaba verdaderamente allí, en la Eucaristía y con El podíamos hablar y escucharle en la intimidad del alma.
Resonaron cantos, algunos en latín, cantamos los salmos de vísperas, estuvimos unos minutos en oración en silencio y de rodillas, y recibimos la bendición pausada y devota.
Cuando se recogía todo, oí a uno de los mayores allí presentes que comentó: Verdaderamente ha sido un trozo de Cielo.
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