
Confiaba cada uno de sus viajes apostólicos a la oración y
sacrificio de las personas que sufrían.
El dolor tiene un lugar en el misterio
del plan divino de la salvación.
El modelo para con los enfermos es la figura
del Buen samaritano de la que habló Jesús.
El hombre en silla de ruedas es necesario para la humanidad, de igual manera que lo es el ingeniero que construye puentes, casas o
aviones.
El que sufre con Cristo, juntos, salvan al mundo.
No es lícito pasar a su lado, al lado de los enfermos, sin pararse,
sino que es necesario detenerse
y, con espíritu de sacrifico, asumir una parte de su peso.
Cuando tuvo el atentado, el Papa, sufrió lo indecible. En todo
ese tiempo no dejaba de rezar. era sobre todo:"¡María madre mía, María Madre mía! Así nos enseñó cómo superar el sufrimiento y santificarnos.
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