martes, 2 de abril de 2019

Los hijos (cap.III)


CAPITULO III : LOS HIJOS : “DON PRECIOSISIMO DEL MATRIMONIO” (CONCILIO).   


¿Qué es tener un hijo ?. Esta es una de las preguntas que merecen una mayor y elaborada contestación y espero darla con la ayuda del testimonio de un padre de familia numerosa, no biológica, pero sí consciente y responsable.
 No se olvide que esta ordenación a los hijos es uno de los pilares del matrimonio, como ya hemos dicho con anterioridad, y si se deteriora, todo el conjunto sufre.
  El Papa invitó, en una audiencia, a un grupo de matrimonios jóvenes y a unos operadores de pastoral familiar a vencer el miedo injustificado a los hijos y les aconsejó que acogiesen generosamente a todos aquellos que el Señor quiera darles.

 Juan Pablo II subrayó que es necesario que las familias vuelvan a expresar un amor generoso por la vida y  que se pongan a su servicio,  acogiendo con sentido de responsabilidad y con serena confianza a los hijos que nazcan como fruto de ese matrimonio (28-04-1990)).
Pero, quizás lo que les falta a muchos jóvenes es que les expliquen  la belleza de procrear y educar a los hijos dentro de un matrimonio bien constituido al que tienen derecho.


En una ocasión viajando con un taxista que conozco hace tiempo,  le pregunté por sus hijos ya adolescentes y le dije de entrada que suponía que le estarían dando algún disgusto. Él me contestó, si, pero esa es mi vocación y así zanjó la cuestión. 
Veamos ahora el testimonio de un padre de familia :
“Ante la magnitud de esta pregunta, ¿qué es tener un hijo ?, si nos dejásemos llevar por consideraciones filosóficas o por discusiones bizantinas, seríamos capaces de llenar un grueso volumen, pero ése no sería nuestra meta ni tampoco nuestro interés. Me gustaría que mi pensamiento, que voy a tratar  de plasmar en unas breves líneas, os sirviera para explicaros ( si ello es posible) lo que es para mí el hecho de tener un hijo. Para ello habrá que empezar por el principio :
Lo bello, lo sublime, a veces no concuerda con el pensamiento de moda  en estos momentos que tantas veces nos marca las pautas a seguir y nos hace bailar cuales marionetas para intentar ser como la “mayoría” (de borregos). Por eso hemos de tener las ideas claras y la voluntad firme. Vamos al matrimonio conscientes o no de lo que tenemos que hacer, pero eso sí, con una ilusión enorme, pensando que es algo maravilloso que hace que nos realicemos plenamente. Redundando : la definición de amor que da Lope de Vega sería vaga para expresar esos sentimientos, máxime en los primeros días en los que la pareja está sumergida en la vorágine de la boda, con todo lo que ella conlleva ( regalos, luna de miel...). Hasta esos momentos todo va bien, no hay problemas... pero todo tiene su fin, y lo bueno y agradable parece que termina antes. Empieza una nueva convivencia, un nuevo matrimonio se va a incorporar a la sociedad, a esa sociedad que hace sus reglas por capricho, por moda o por comodidad. Pues bien: pongamos nosotros también nuestras reglas en nuestra incipiente familia
 ( la familia es la base sobre la que se sustenta un pueblo, léase estado, con todo lo que ello conlleva). Dichas reglas podrían ser las de entrega, respeto y fidelidad mutuos.
ENTREGA total al ser amado .
RESPETO,  necesario aunque no sea nada más que para que te respeten, ya que cuando respetas a los demás lo primero que haces es respetarte a ti mismo.
FIDELIDAD : si queremos fidelidad tenemos que empezar por ser fieles nosotros con nuestra pareja.
Si juntamos en nuestra coctelera la entrega, el respeto, la fidelidad, y el amor a Dios y a los demás, obtendremos, cual si de fórmula mágica se tratara, esos hijos que nacerán dentro del cáliz del matrimonio, y que al nacer ya llevarán en su interior parte de nosotros mismos, como si fuesen el resumen de nuestra vida, en la que vemos esa realización no sólo por el hijo sino también por el amor de la pareja cuyo premio es ese fruto, ese hijo que será la continuidad de ambos resumida en una sola unidad.
Aquí termina el testimonio de esta padre de familia que debe ser meditado y releído para entender bien todos sus matices.
Una madre de familia, ya viuda, me comentaba que la familia es como un rosal y los hijos son sus rosas. Si el rosal no tiene rosas no se mira. En cambio si hay flores, uno se para a mirarlas y a olerlas para llenarse de su fragancia. Así es una familia con hijos. Y todos los hijos son hermosos. Nunca hay un hijo feo para sus padres. Decía esta misma madre que no estaba de acuerdo con los matrimonios que antes de nada querían tener una casa  muy bien puesta y luego los hijos. Hay  que coordinar las dos cosas con sentido común.

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La educación de los hijos es una tarea apasionante, aunque muy difícil, que abarca toda la vida de los padres y que produce sus frutos. La educación y la fe hay que trasmitirlas junto con la toma del biberón, y requiere una entrega y una constancia que solo es posible en virtud de la gracia del matrimonio y con la ayuda de la piedad de los cónyuges.


De esta materia hay también gran cantidad de libros que explican y sugieren soluciones para los problemas que se puedan presentar. Lo más apropiado es ir leyendo algunos libros y pedir consejo a personas expertas en pedagogía, especialistas en estos temas, que gracias a Dios los hay, y pueden evitarnos mucho trabajo y muchos disgustos ayudándonos a darles a nuestros hijos una educación correcta.

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