Me llamaron a bendecir las cenizas de un familiar que tienen guardadas en casa con devoción. Era una bendición o una oración por su difunto.
Me pareció una buena idea, que la presencia de esas cenizas fuese un motivo de oración. Llegué a la casa, tuve una conversación, bendije un poco de agua , bendije la casa y luego recé, con los familiares, un responso por el difunto.
Les aconsejé que, como recomienda la Iglesia, algún día las lleven al cementerio que podríamos decir es el lugar propio para los difuntos , para visitarles y rezar por ellos. Según me dijeron, algún día así lo harán.
Puse en este comentario, una imagen de la Virgen con el cuerpo de Cristo en sus brazos. Nos habla de ternura y de comprensión. Mirarla nos ayudará a restañar nuestras heridas interiores.
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