Me hizo un gran favor D. Álvaro del Portillo.
Después de unas horas
de Adoración Nocturna, llegué a casa cerca de las 12 de la noche. Me encontré con que la alarma estaba sonando con fuerza
en el silencio de la noche y con vecinos al lado.
Entré en casa y traté de hacer algo, aunque no sé nada de alarmas. Acudí al ángel
custodio para que me diera ideas y se me ocurriera algo para eliminar aquel
ruido tan molesto cuando es continuado.
Primero traté de manipular el cuadro de mandos, pero estaba
como muerto, sin luz alguna. Luego, quitaba
la corriente en el interruptor general y por un momento dejaba de sonar pero a
los pocos segundos comenzaba con nueva energía. Así estuve un rato.
A
continuación opté por llamar a un
electricista amigo y a la casa de las alarmas, pero nadie cogía el teléfono, cosa que comprendo dado la hora que era.
En esta situación pensé que D. Álvaro, que entre otras cosas era ingeniero , podía echarme una mano desde el cielo y
parar la alarma. Dicho y hecho, comencé a rezar estampas una tras otra y cuando
estaba en la 17, se paró la alarma sola, pero seguí rezando a ver si reanudaba
o se quedaba callada. Cuando ya veía que era definitivo comencé a dar gracias y
no volvió a entonar su canto, hasta este
momento en que estoy escribiendo y son
ya las 4 de la tarde.
Pude dormir y sobre todo dejé dormir a los vecinos. La
alarma no se arregló, sigue el cuadro de mando muerto, pero ya no suena que es
lo que había pedido a D. Álvaro. Prometí al nuevo beato que publicaría este
favor para general conocimiento.
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