domingo, 10 de mayo de 2015

D. Manuel Iglesias Pérez, sacerdote


Ha fallecido el M.I.Sr. D. Manuel  Iglesias Pérez. En la página de pastoral diocesana viene un preciso resumen de sus datos personales y de los encargos diocesanos que tenía.
Trae también una carta muy emotiva para los sacerdotes que se reunían el día 8 en Santiago con motivo de la festividad de San Juan de Ávila, patrono del clero español. A él le tocaba de estar presente entre los que cumplían 60 años  de sacerdote,  pero no pudo por su enfermedad;  no obstante,  se hizo presente a través de una carta que copio a continuación:

"Obligadamente recluido en el lecho del dolor, en el policlínico La Rosaleda, quiero hacerme presente entre vosotros a través de esta carta, que os envío por mi hermano José Antonio, sacerdote diocesano en Nicaragua.

Adentrados en los ochenta, nuestra vida sacerdotal ha ido discurriendo en los tiempos y lugares que la Iglesia ha querido para cada uno. Para mí han sido cuarenta y seis años en el Seminario Menor, de pedagogía vocacional; veinticinco de apostolado rural, en las parroquias de Aro y Broño; veinte en el Apostolado Mundial de Fátima y como delegado de Misiones; y los últimos trece en la catedral, como capitular del Cabildo. Podemos decir con san Pablo a Timoteo: "Bonum certamen certavi, cursum consumavi, fidem servavi". Ahora nos espera la corona que el Señor nos concederá, previo arrepentimiento y la confesión de nuestros pecados y deficiencias.

Son éstos momentos de agradecimiento a Dios, a nuestros padres y formadores, a todos los que han ido sembrando el bien a nuestro paso, y, cómo no, a los señores Arzobispos que en nosotros dejaron su benéfica huella, desde el cardenal Quiroga, que nos confirió el sacerdocio en 1955, hasta el actual don Julián y su obispo auxiliar, que presiden esta celebración. Entretanto, diremos con el salmista: "Cantaré eternamente las misericordias del Señor", mientras pedimos y esperamos con el discípulo amado: "¡Ven, Señor Jesús!"

Siempre vuestro,
Manuel Iglesias Pérez."

            D. Manuel procedía de una familia cristiana y  numerosa, de 9 hermanos, y tenía  familiares también  con familias numerosas.
            Mi trato con él fue sencillo. Vino dos veces a San Cayetano y luego lo veía por la catedral o  la oficina de misiones y siempre te daba una palabra de afecto.

            También le visité en la Rosaleda cuando estaba enfermo y me dio la impresión que llevaba muy bien la enfermedad. No se quejaba ni hablaba mucho de ella. Lo suficiente.

Lo invitaban a distintos sitios a predicar. Tenía una voz fuerte y timbrada, hablaba despacio y era contundente en sus afirmaciones. No dejaba lugar a  dudas. El contenido de su predicación estaba muy bien hilado, discurría como el agua de un manantial,  todo bien conexionado. La gente le escuchaba con gusto y quedaban muy impresionados.
Hizo muy buena labor en los distintos encargos, tanto en las parroquias como en las misiones o en el apostolado de Fátima. Ahora mismo  está previsto la visita de la imagen peregrina de la Virgen de Fátima a Santiago en el mes de octubre,  en  lo que él tuvo parte importante.

En cuanto a la labor por el mundo de las misiones ,  enviaba siempre una carta a todos los sacerdotes,  en los momentos más significativos,  en la que animaba a cooperar,  motivando las colectas y la oración.
Sus amigos dicen que sabía muchas anécdotas y cosas graciosas. Las tertulias con él eran muy divertidas.

Que el Señor y la Virgen le den el ciento por uno y la vida eterna.

No hay comentarios:

Publicar un comentario