Libro de las horas, en Samos |
El domingo, 21, tuvimos la
oportunidad de visitar dos monumentos importantes del camino de Santiago: O
Cebreiro y el Monasterio benedictino de Samos.
Ubicados entre las altas
montañas de Galicia, estos dos emblemáticos sitios nos brindaron con un paisaje
indescriptible. El clima, además era muy favorable: sol toda la tarde con
temperaturas que rondaban los 30º.
El Milagro eucarístico de O Cebreiro
Nuestro primer punto de parada
fue la Iglesia de Santa María la Real del Cebreiro, una construcción prerrománica
del siglo IX. Tiene especial importancia este sitio ya que ahí se encuentra el
milagro eucarístico de O Cebreiro: según la tradición en un día de mucho frío y
nieve un monje benedictino iba a celebrar la misa y, viendo que el clima no
colaboraba, pensaba que no llegaría nadie a misa. Sin embargo, un fiel, llamado
Juan Santín ascendió a O Cebreiro para participar de la Eucaristía.
El monje, menospreciando
el sacrificio del campesino decía: "¡Cuál
viene este otro con una tan grande tempestad y tan fatigado ver un poco de pan
y de vino!”. Celebró entonces la misa y en el momento de la consagración la
sagrada forma se convirtió en carne sensible y el vino en sangre. El milagro
luego fue conocido en toda Europa y hoy es parada obligatoria para los que
hacen el camino de Santiago por el camino francés. De hecho, es el primer punto
de parada gallego de ese trayecto.
En la iglesia se puede venerar,
además, la Virgen del Cebreiro que, según la tradición, inclinó la cabeza ante
el milagro.
El milagro está hoy expuesto para
adoración y la iglesia ofrece un lugar propicio para la oración y el
recogimiento.
Por ahí pasaron grandes personajes: San Francisco de Asís en su
peregrinación a Santiago y los Reyes Católicos Isabel y Fernando (s. XV)
quienes donaron el cáliz y la patena donde está expuesto hoy el milagro.
El
Monasterio de Samos
Otra parada obligatoria en
Galicia es el Monasterio benedictino de Samos, que tiene sus orígenes en el
siglo VI. El actual edificio es una rica mezcla del gótico, el barroco y el
neoclásico.
De hecho, al llegar nos quedamos verdaderamente extasiados con la
fachada de la iglesia que llama la atención por su grandiosidad y belleza.
Desgraciadamente en el
año 1951 el monasterio sufrió un gran incendio que destruyó gran parte de sus
estructuras y de su acervo artístico. Pero los monjes lo reconstruyeron con ahínco
y dedicación.
Pudimos acceder al interior del
monasterio por medio de una visita guiada: visitamos los dos grandes claustros,
la iglesia monacal y la sacristía. Es una verdadera joya del arte. Llama la
atención las pinturas murales en uno de los claustros: cuentan los principales
hechos de la vida de San Benito.
Y el
regreso a casa…
Ya de regreso a casa tomamos una
agradable merienda en medio de aquellas bellas montañas y de tan hermosos
paisajes…
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