S. Cayetano tiene a su lado un campo verde que en este
momento está lleno de tiendas, y también hay una tienda grande en donde se
encuentran los marineros y en donde hablan de sus reivindicaciones.
Están muy silenciosos. Sólo sus pancartas gritan las
protestas de los allí concentrados. Las tiendas con el tiempo fueron
aumentando y la paciencia de los marineros
está fuera de toda duda.
Este mar de tiendas,
me ha recordado al pueblo de Israel cuando caminaba por el desierto hacia la tierra
prometida, y también tenían la famosa tienda del encuentro a la que iban a hablar
con Dios. Viendo a los marineros o pescadores,
en S. Cayetano, estoy viendo y entendiendo, lo que
podía ser el campamento judío.
Así dice el Éxodo 33:7-9
Moisés trasladó la Tienda y la plantó fuera del campamento a cierta
distancia, y la llamó “Tienda del encuentro”. Si alguien quería consultar al
Señor, salía del campamento e iba a la Tienda del encuentro. 8 Cuando
Moisés se dirigía a la Tienda del encuentro, todo el pueblo se levantaba y
permanecía en pie a la entrada de su propia tienda, siguiendo con la mirada a
Moisés hasta que entraba en ella. 9 En cuanto él entraba en la
Tienda del encuentro, la columna de nube descendía y se situaba en la puerta
mientras el Señor hablaba con Moisés.
Eso dice el
libro del Éxodo. Pero pensándolo bien, ahora seguimos lo mismo. También en las
parroquias hay una tienda del encuentro con Dios y con los hombres que son las
iglesias.
Incluso en las casas dedicamos una zona al encuentro que puede ser la
sala de estar o la cocina o la habitación de la costura, según los casos. Pero necesitamos
un lugar para reunirnos nosotros o con Dios.
También en nuestro interior podemos poner una tienda del encuentro y ahí encontrar a Dios, y dialogar con él y encontrar a los hermanos y pedir por ellos o hablar de ellos a Dios.
En mi tienda
del encuentro, pido a Dios que los pescadores sean escuchados o les den
explicaciones convincentes y arreglen lo que parece difícil de arreglar.Y que cuando se vayan, se vayan serenos y con esperanza.
Hace frio y lluvia. Las hojas caidas por el suelo nos recuerdan nuestra caducidad y también la renovación. Nos dan esperanza, al contemplarlas, de que mas adelante, vendrá la primavera y la vida.
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