Nos lo contó una madre que tiene un niño pequeño, unos seis años, en el catecismo.
La catequista de este niño lo llevaba con los otros compañeros al presbiterio a hablar con Jesús, todos los domingos a la hora de la catequesis.
Los niños se ponian de rodillas , inclinados y a veces casi tirados por el suelo. Le decían a Jesús sus cosas: unos que se le había roto el ala del avión, o que no tenían muñeca y cosas por el estilo. La catequista los animaba diciendo: Si acudís a Jesús que es vuestro amigo , Él tiene remedio para todo. Y así ,mas o menos, un día y otro.
Uno de esos niños vio en casa discutir a sus padres acaloradamente y en un momento de la discusión uno de los padres dijo: esto no hay quien lo arregle. El niño lo oyó y entonces se acercó a los padres y les dijo: yo sé quien puede arreglarlo. Los padres, sorprendidos, se callaron y le miraron con atención, era un niño de sólo seis años. El niño les dijo:Jesús puede arreglarlo todo.
Luego la madre fue a la ciudad y pasó por delante de una iglesia en donde está expuesto el Santísimo durante todo el día. Se acordó de lo que le dijo su hijo y se dijo:voy a entrar y a probar.
Rezó y se volvió a casa. Cual no fue su sorpresa pués, aquello que parecía una gran dificultad, se arregló en menos que canta un gallo. Luego lo contó contenta a la catequista y por eso sabemos esta bonita historia..
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