Si vamos a la casa sacerdotal, nos encontraremos allí con
unos pocos sacerdotes en activo y un
buen puñado de sacerdotes mayores, con
sus achaques y limitaciones.
Son cuidados por una comunidad de Discípulas de Jesús y con
ellas cooperan otras personas
contratadas para la atención de la casa y de los sacerdotes.
Tiene la casa un oratorio, una sala de estar con biblioteca y
la prensa diaria. También todo lo demás propio
de una residencia bien instalada.
Las Discípulas de Jesús las fundó un sacerdote de la
Hermandad de Operarios Diocesanos, que
se llamaba Pedro Ruiz de los Paños y que
fue mártir en 1936 y ahora está declarado beato.
D. Pedro fue un sacerdote que quería ser santo y que deseaba
el martirio por Cristo, que consideraba una gracia y lo predicaba también a
otros a quienes animaba a afrontarlo sin miedo.
Fundó estas religiosas de hábito claro y con virtudes
sacerdotales. Su tarea es buscar y cuidar vocaciones al sacerdocio y también
religiosas. Esto en un momento de mucha necesidad.
Las Discípulas de Jesús”son de lo más útil pues siendo las vocaciones,
principalmente eclesiásticas y religiosas, el fundamento de todo, no puede ser
más útil la obra que se dedique a servir tan sagrados intereses.”
El no pudo ver en marcha su fundación aunque tenía las aprobaciones y un buen ramillete de
mujeres jóvenes que sintieron la llamada a ese magnífico ideal.
D. Pedro era natural de Orgaz y con otros sacerdotes también
Operarios como él se ofreció a los obispos para la atención a los seminarios
que en aquella época estaban muy
necesitados de formación y disciplina. Su labor fue grande y fructífera y
preparó santos sacerdotes, muchos de los cuales fueron mártires de la
persecución religiosa.
D. Pedro era el
clásico sacerdote estudioso, de oración, siempre vestido de sacerdote y apostólico
cien por cien. Josa María Javierre autor del libro Fusilaron un cura insigne, cuenta su historia con amenidad y también
inserta sabrosos comentarios sobre la situación
dramática de España en aquellos años 1930-1936.
casa sacerdotal de Santiago |
Cuenta con mucho
detalle de testigos y lugares, las horas
anteriores a su fusilamiento por ser
sacerdote. La noche anterior la pasó rezando porque decía que había que prepararse para
presentarse ante el Padre.
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