El papa Francisco comentó para la cuaresma la parábola del
rico epulón y dice que el pobre lázaro es un don, pero hay que tener
ojos para verlo.
Los pecados impiden ver, nos dejan ciegos. El rico no veía a
Lázaro y no lo consideraba un don.
Estuve en una de las
calles céntricas de Santiago pensando en esta afirmación y miraba a los transeúntes pensando:
ese es un don, también para mí. Se paseaba
por la acera, de arriba para abajo, un
señor con un gorro de payaso y bastante mal vestido y mirándole me decía ese es
un don. Luego vi a jóvenes desenfadados, a gente mayor con su paso lento, y
pensaba lo mismo. Me fijé en dos
lesbianas y también pensé de ellas que
también son un don.
Salí de allí ,cogiendo el autobús, y salí como reconciliado
con el mundo que me rodea, aunque a veces no lo entienda, y con el deseo de poder
quitar el pecado de las almas, para que vean al otro como un don.
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