¿Qué
respuestas pueden darse a quienes sostienen que el bautismo de niños es un
atentado contra su libertad?
Dentro
de las diversas dificultades surgidas actualmente en torno a esta praxis, hay
quienes lo ven como un atentado contra la libertad. Ven una imposición para el
futuro de unas obligaciones religiosas, que sería contrario a la dignidad de la
persona. Padres y educadores deberían comportarse con reserva y abstenerse de
toda presión.
El
bautismo de niños, tan presente en la tradición de la Iglesia, no es un
atentado contra la libertad, y argumentaría brevemente así:
-
No
existe la pura libertad humana que esté exenta de todo condicionamiento (Pastoralis actio 22). Sería negativo
para el niño la actitud neutra de la familia ante la vida religiosa, se le
privaría de un bien esencial. Se olvida que la ley natural confía a los padres
lo correspondiente a la supervivencia de los niños.
-
Los
niños bautizados reciben, en virtud de la fe de la Iglesia, el gran don de la
vida divina. Este don reclama ser acogido[1],
o al menos, la ausencia de un impedimento personal. La Iglesia ve en el niño
una persona que no ha podido desarrollar todas sus potencialidades. Basta con
que el niño no rechace el don.
-
Todo
hombre, aun no bautizado, como creatura tiene para con Dios unas obligaciones
imprescriptibles, que el bautismo ratifica y eleva mediante la adopción filial.
(Pastoralis actio 22).
-
La
entrada en la vida cristiana no es como una servidumbre o una coacción,
sino como el acceso a la verdadera libertad, «por eso, si el Hijo os da la libertad, seréis verdaderamente libres»[2].
La Iglesia ve en el bautismo una ayuda para que la libertad pueda recuperar las
heridas de su naturaleza caída y manchada por el pecado original, los niños
necesitan del nuevo nacimiento en el Bautismo para ser librados del poder de
las tinieblas[3].
-
El
Papa Francisco ha hablado del bautismo de los niños como un acto de justicia[4].
Parte de la respuesta de Jesús a Juan: “Hágase
toda justicia”[5].
Con este sacramento se le da al niño un tesoro, le damos en prenda el Espíritu
Santo. El niño sale con la fuerza del Espíritu Santo en su interior. Es
importante bautizarlos cuando son pequeños, para que crezcan con la fuerza del
Espíritu Santo.
[1] «El
don recibido por los recién nacidos exige que sea acogido por ellos, una vez
que se hagan adultos, de manera libre y responsable; este proceso de maduración
les llevará después a recibir el sacramento de la Confirmación, que confirmará precisamente
el Bautismo y les conferirá el “sello” del Espíritu Santo». Benedicto XVI
Ángelus 8-1-06.
[2]Jn 8,
36.
[3]Catecismo,
n. 1250.
[4]Homilía
en la Fiesta del Bautismo del Señor, 12-1-2020.
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