(Francisca Javiera del Valle, en Decenario del Espíritu Santo)
El demonio, tira sus flechas envenenadas contra la fe de las personas, de la familia y de la Iglesia
Anda como cazador que si nos quita la virtud de la fe, si la hiere de herida mortal, se regocija en ello. Sabe que si quita la fe todo lo demás, la esperanza y la caridad, se vienen abajo.
Es la fe, como el tronco o la raíz de un árbol, de eso dependen las ramas y los frutos y si corta la raiz o el tronco, el árbol desaparece; es decir la esperanza y la caridad desaparecen sin la fe.
Haced aprecio y estima de un acto de fe, creed ciegamente las verdades que Dios tiene revelado a su Iglesia y ninguna más . Y en esto habremos dado un grandísimo consuelo al Espíritu Santo.
La barca de los apóstoles, azotada por el viento y el oleaje que aparece en el Evangelio es una buena imagen de la Iglesia y de la familia. Hay que cuidar, en concreto la fe, en la Iglesia y la familia, sino todo se desmorona. Cristo está en esas comunidades y si acudimos a él, estamos salvados.
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Valle Rodríguez, Francisca Javiera del. Carrión de los Condes (Palencia), 3.XII.1856 – 29.I.1930. Escritora mística.
Nacida en el seno de una familia humilde, Francisca Javiera del Valle quedó huérfana de padre a los dos años de edad. Convivió con su madre y dos hermanastros en medio de grandes necesidades económicas que forzaron a interrumpir su formación escolar. Desde 1868 trabajaba en un taller de sastrería. Según sus propias palabras, sufrió una conversión entre 1874 y 1875, sintiendo un intenso deseo de dedicarse a la vida espiritual.
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